San Juan Pablo II va camino de tener la compañía de sus padres en el libro de los santos. El pasado 7 de mayo inició formalmente la fase diocesana en Wadowice (Polonia) del proceso de beatificación de Emilia y de Karol Wojtyla, progenitores del Papa polaco, del que este lunes, 18 de mayo, se celebra el centenario de su nacimiento. El postulador de la causa es Slawomir Oder, el mismo que se encargó del proceso de beatificación y canonización del predecesor de Benedicto XVI en el solio pontificio.
“En esa familia hubo una cadena de santidad, que es la expresión más genuina de la Iglesia. El lugar donde se produce es la familia, donde se vive la primera experiencia religiosa y, si ésta es auténtica, se transmite. Es la santidad en medio de la vida cotidiana”, comentó Oder en un encuentro telemático con varios medios internacionales, entre ellos Vida Nueva, organizado por la asociación Iscom el pasado 15 de mayo.
El postulador, que confesó sentirse ya “un poco de la familia” entre los Wojtyla, explicó que el proceso de beatificación de los padres de Juan Pablo II se inscribe dentro de las causas históricas. “No quedan ya apenas testimonios directos de personas que los conocieran. Solo hay dos amigos todavía vivos del Papa que conocieron en parte a su padre”.
Éste falleció a los 63 años en Cracovia en 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, mientras que Emilia murió en 1929 cuando el pequeño Karol tenía 9 años. El proceso, que según Oder se encuentra ya “muy avanzado”, se sustenta además en el testimonio de personas en las que perduró la memoria de los padres de Juan Pablo II. “Hay perseverancia de la fama de santidad de ambos, cuya vida hemos podido reconstruir gracias a los documentos que tenemos a disposición”.
Entre esa información se cuenta con el “testigo privilegiado” que fue el Pontífice polaco, quien habló en multitud de ocasiones de manera elogiosa de sus padres tanto en homilías y otras intervenciones públicas como en conversaciones informales con sus amigos. El cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo emérito de Cracovia e histórico secretario personal del Papa Wojtyla, recuerda que este estaba convencido de la santidad de sus padres, pero nunca pensó en abrir un proceso.
“Es algo similar a lo que ocurrió con el propio Juan Pablo II. Benedicto XVI no podía dar un testimonio directo porque al final como Papa era el juez supremo, pero no dejaba pasar un aniversario de su predecesor sin dejar de hablar de su vida”, destaca Oder. Al final fue Francisco quien canonizó a Wojtyla en 2014.
Para el postulador, los padres del Pontífice polaco son un modelo a seguir para los católicos de hoy. “Eran humildes. El padre provenía de una familia de sastres y campesinos, mientras que la madre de una familia de artesanos que fabricaban sillas para caballos. De ellos podemos aprender que aún siendo modestos, se esforzaban por educar a sus hijos y darles la posibilidad de estudiar y llegar a sus objetivos. No llevaban una vida fácil, pues debían criar a dos hijos con una pensión de militar. Pero por medio de renuncias, el hijo mayor, Edmund, se hizo médico, mientras que Karol pudo también tener estudios”, señala Oder, subrayando la “honestidad y capacidad de sacrificio” de una familia en la que se respiraba una “espiritualidad sencilla”.
Ésta quedó impregnada en la figura del futuro Juan Pablo II y desde ahí “construyó su castillo de finura intelectual y espiritualidad”, ofreciendo así un “tesoro” para la Iglesia católica. También se puede aprender de Emilia y de Karol Wojtyla el valor de “compartir y de quererse bien”, pues son en definitiva un ejemplo de la “santidad de la puerta de al lado” de la que habla el papa Francisco.