“El desafío del coronavirus es la prueba decisiva para Europa”. Así de tajante se ha mostrado el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (CCEE), en una entrevista concedida a Famiglia Cristiana.
“Para todos, aparece una Europa lenta”, dice. “Esta lentitud muestra cuán lejos tienes que llegar para ser una comunidad de personas”. Sin embargo, el purpurado subraya que es necesario que la la Unión defina si el sueño europeo se basa en “una unión o en una comunidad”. Una cuestión que, para Bagnasco, es de vital importancia, pues va mucho más allá de la definición.
“El término unión es bello y noble, pero parece indicar una realidad más bien férrea y mecánica, inspirada más por su propio espíritu que por el de los pueblos miembros”, apunta. Sin embargo, la comunidad le parece “una realidad más profunda, más ligera y más flexible, respetuosa con todos, más empoderadora” y, desde luego, sin la que Europa puede “morir”.
“En cualquier realidad”, continúa, “se necesitan leyes correctas, pero también la capacidad de aplicarlas de manera justa, con sentido común”. Ejemplo de ello es la solidaridad entre los Estados. “No es algo que se aplica desde afuera, sino que debe nacer desde adentro, desde el alma, de lo contrario es una fachada contaminada y frágil”, explica.