“Durante la pandemia del Covid-19 los ancianos están en peligro en muchos países europeos y de otros continentes. Las dramáticas cifras de muertos en residencia hacen estremecer”. Con estas palabras expresa su “dolor y preocupación” la Comunidad de Sant’Egidio no solo ante las consecuencias de la crisis del coronavirus, sino también ante el hecho de que comiencen a salir a la luz casos en los que se pudiera haber negado la atención sanitaria a los ancianos.
Por ello, han hecho público un texto con el que esperan que se desate “una revuelta moral para que cambie la dirección en la atención sanitaria a los ancianos y para que estos, sobre todo los más vulnerables, jamás sean considerados un peso o, aún peor, inútiles”.
Un llamamiento, además, al que se han sumado las firmas de distintas personalidades políticas y académicas de diversos países, como Romano Prodi, expresidente del Gobierno italiano y de la Comisión Europea; Felipe González Márquez, expresidente de España; Stefania Giannini, directora general adjunta de la UNESCO; Mark Eyskens, ex primer ministro belga; Hans Gert Pöttering, expresidente del Parlamento europeo; Jean-Pierre Denis, director del semanario La Vie; y el cardenal Matteo Zuppi, entre otros muchos.
“Habrá que revisar muchas cosas en los sistemas sanitarios públicos y en las buenas prácticas necesarias para llegar a todos y curarlos con eficacia, y para superar la institucionalización. Nos preocupan las tristes historias de mortandades de ancianos en residencias”, afirma el documento. “Se está abriendo paso la idea de que se pueden sacrificar sus vidas en beneficio de otras”, algo que el Papa define como “cultura del descarte”.
Asimismo, Sant’Egidio advierte de que “en muchos países, ante la necesidad de atención sanitaria está surgiendo un modelo peligroso que fomenta una sanidad selectiva que considera residual la vida de los ancianos”. De esta manera, “su mayor vulnerabilidad, su avanzada edad y el hecho de que pueden ser portadores de otras patologías justificarían una forma de “elección” a favor de los más jóvenes y de los más sanos”. Sin embargo, tal como subraya el llamamiento, “resignarse a una solución de este tipo es humana y jurídicamente inaceptable” no solo “según una visión religiosa de la vida” sino también “según la lógica de los derechos humanos y de la deontología médica”.
“La tesis de que una menor esperanza de vida comporta una reducción ‘legal’ del valor de dicha vida es, desde un punto de vista jurídico, una barbaridad”, asevera el texto. “Que eso se produzca a través de una imposición (del Estado o de las autoridades sanitarias) ajena a la voluntad de la persona representa un intolerable atropello añadido de los derechos de la persona”, añade. Por último, Sant’Egidio subraya la necesidad de fomentar la “solidaridad entre generaciones”. “No podemos dejar morir a la generación que luchó contra las dictaduras, que trabajó por la reconstrucción después de la guerra y que edificó Europa”, apunta.