“La oración es la primera fuerza de la esperanza. Tu rezas y la esperanza crece”. El papa Francisco continuó este miércoles con su ciclo de catequesis sobre la oración en la audiencia general, que como es habitual desde que comenzó la pandemia de coronavirus, celebró en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.
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El Pontífice recordó cómo el salmo 8 muestra “la grandeza y la belleza” de la Creación, frente a la cual “el ser humano percibe su pequeñez, pero también el lugar especial que en ella ocupa”. La persona que reza, al contemplar el “misterio de la existencia” a su alrededor, se pregunta el “diseño de amor” que hay detrás de una obra tan poderosa, aseguró el Papa, destacando cómo entonces surge la pregunta de qué es el hombre: “Un ser que nace, un ser que muere, una criatura fragilísima. Y a pesar de ello, en todo el universo, el ser humano es la única criatura consciente de tanta profusión de belleza”.
En su alocución, Jorge Mario Bergoglio relacionó la oración con el sentimiento de estupor. “La grandeza del hombre es infinitesimal si se la compara con las dimensiones del universo. Incluso sus más grandes conquistas parecen poca cosa, pero el hombre no es nada”, dijo, para señalar más adelante que “el secreto del universo” está en la “mirada benévola” que alguien cruza en nuestros ojos. La clave está en la “relación con Dios”, que significa la “grandeza del hombre” y su “entronización”. “Por naturaleza somos casi nada, pero por vocación y por llamada somos los hijos del gran Rey”.
Juan Pablo II, un ejemplo
En el momento en el que “las tristezas y las amarguras de la vida tratan de sofocar nuestra gratitud y alabanza a Dios”, el Papa propuso dedicarse a la “contemplación de las maravillas de su creación”, porque de esta manera vuelve a encenderse en el corazón “el don de la oración, que es la fuerza principal de la esperanza”.
En sus saludos a los fieles de distintos idiomas al final de la audiencia general, Francisco recordó que el lunes se cumplió el centenario del nacimiento de san Juan Pablo II. “Pastor de gran fe, amaba confiarle la Iglesia y toda la humanidad a Dios en la oración”, dijo el Papa sobre el Pontífice polaco, cuya vida, “edificada sobre la oración profunda, intensa y confiada”, consideró “un ejemplo para los cristianos de hoy”.