Pese a que el coronavirus parece haber paralizado el mundo, Entreculturas, que impulsa numerosos proyectos de promoción humana a través de la educación en América Latina, África y Asia, así como en nuestro país, reivindica que la escuela es, en sí misma, un generador de equidad y protección de los derechos humanos único.
De ahí que, en un comunicado, advierta sobre los efectos negativos que supone “el cierre de las escuelas en 156 países”, lo que “está afectando en este momento al 69,1% del total del alumnado mundial”. Y eso que hasta hace poco la situación era aún más grave, no pudiendo acceder a la escuela el 91% de los niños, adolescentes y jóvenes que, en todo el planeta, están escolarizados o reciben formación no formal.
Como indica la entidad jesuita, preocupa que, de los estudiantes que no pueden acceder ahora a sus centros, “la mitad no tienen acceso a un ordenador en el hogar y el 43% no tienen Internet en sus casas”. “En un momento –señala Entreculturas– en que se utiliza la educación online para garantizar la continuidad de la enseñanza en la inmensa mayoría de los países, estas y otras desigualdades constituyen una verdadera amenaza para la continuidad del aprendizaje y tiene consecuencias tales como la disminución del rendimiento educativo, el incremento del abandono escolar, la falta de nutrición de menores que dependen de la comida proporcionada en los centros educativos o el aislamiento derivado de la falta de contacto con otros estudiantes”.
Sin olvidar que, en muchos contextos especialmente vulnerables (desde zonas de conflicto hasta campamentos de desplazados), “las escuelas constituyen un espacio seguro, que garantiza a niños y, sobre todo a niñas, una protección frente a la violencia”.
Desde la conciencia de que el confinamiento obedece a cuestiones de fuerza mayor, Entreculturas anima a buscar alternativas para los estudiantes. Así, la propia obra de la Compañía de Jesús comparte algunas de sus prácticas ante la pandemia, ofreciendo “educación por radio, clases a través de WhatsApp, la designación de estudiantes líderes que se comunican con otros compañeros y compañeras que no tienen acceso a la enseñanza online o la instalación de puestos de lavado de manos o reparto de alimentos”.
Concretando en datos estas propuestas, la entidad jesuita también opta por “la distribución de material escolar (cuadernos, lápices, material impreso, etc.) que complemente los sistemas de educación a distancia y el apoyo psicosocial”. Por ejemplo, “en Beirut y en Valle del Beeka, en Líbano, se está facilitando el acceso a la educación online de las personas refugiadas sirias y de las comunidades locales vulnerables a través de aplicaciones como Whatsapp y otras plataformas online en las que se cuelgan los vídeos de las lecciones y se intercambiaran ejercicios entre el personal docente y el alumnado”. En Guatemala “hay estudiantes líderes que se comunican con otros compañeros y compañeras que no tienen acceso a la educación online”.
En otros ámbitos se apuesta por “la distribución de útiles de aseo de primera necesidad: agua, jabón, guantes, mascarillas y formación sobre prácticas higiénicas básicas individuales y comunitarias. En Chad, además de formaciones sobre la prevención, se están instalando infraestructuras de agua en los entornos escolares que permitan implementar las prácticas higiénicas aprendidas. En los campos de personas refugiadas de Kavumu y Kinama, en Burundi, se están poniendo en marcha medidas preventivas como el distanciamiento social o el lavado de manos frecuente, y las escuelas (que por el momento permanecen abiertas) se están convirtiendo en espacios de sensibilización y prevención frente al coronavirus”.
En cuanto a la seguridad alimentaria (“más de 85 millones de alumnos y alumnas en América Latina y el Caribe acuden a los comedores escolares”), destaca el caso de Venezuela, donde “se distribuyen bolsas de comida mensuales en algunos centros educativos, combinado con cash-transfers a las familias para la compra de alimentos”.
Otro pilar es la ayuda humanitaria (“hay 70,8 millones de personas refugiadas y desplazadas internas que viven en campos densamente poblados o en refugios urbanos con bajas condiciones de salubridad, sin acceso a agua potable y saneamiento adecuado”). Frente a este drama, “en República Democrática del Congo se distribuyen alimentos, kits de higiene y kits de primera necesidad a personas desplazadas internas del área de Masisi y se realizan talleres de sensibilización sobre prevención e higiene a través de la radio”.
Un fenómeno especialmente preocupante para Entreculturas es el de la protección a niñas y mujeres, “ya que la escuela es para ellas un espacio de protección y seguridad frente a la violencia que pueden sufrir en el hogar, en la comunidad o en los campos”. Por ello, el confinamiento está sometiéndolas a un grave peligro: “Si el bloqueo continúa durante seis meses, se esperan 31 millones de casos adicionales de violencia de género y se prevé que el efecto total de la pandemia de COVID-19 resulte en 13 millones de matrimonios infantiles adicionales”.
Para combatirlo, “en algunos países como Perú, Malawi, Guatemala o Chad se están diseñando campañas de sensibilización por radio o a través de mensajes en el móvil para concienciar a familias y comunidades sobre la prevención de la violencia y la importancia de la educación de las niñas”.
Otro pilar de su acción es el apoyo a los sectores poblacionales con menos ingresos y que, en este tiempo, no pueden ganarse la vida: “En Goma, República Democrática del Congo, se realiza capacitación socioeconómica de jóvenes y mujeres desplazados internos en riesgo de exclusión y, en Uruguay, se impulsa un proyecto de mejora de las posibilidades de inserción laboral de adolescentes”.
En el caso de España, la intervención “va orientada a paliar las consecuencias de la desigualdad educativa en los centros escolares y grupos con los que trabajamos, así como a atender a los colectivos más vulnerables, en colaboración con el Servicio Jesuita a Migrantes y la Red Mimbre (Servicio Jesuita a la Infancia y la Juventud)”.
En concreto, “estamos formando a profesorado y educadores en apoyo emocional y acompañamiento a adolescentes en el contexto de exclusión, así como apoyando la reducción de la brecha digital, que está dejando fuera de la continuidad educativa a muchos niños, niñas y adolescentes”.
Pese a la aparente parálisis global, Entreculturas, hoy más que nunca, considera “prioritario reforzar el papel de la educación como herramienta esencial para abordar una transformación social”. Con el fin de “repensarnos como humanidad”, hay que buscar la manera adecuada “de relacionarnos entre nosotros y con la casa común”.
Todos aquellos que crean en el modelo de educación “inclusiva, equitativa y de calidad” que propone Entreculturas y, además, deseen colaborar con la entidad en este tiempo de crisis, pueden hacerlo aquí.