En Ucrania, la crisis del coronavirus está teniendo una grave consecuencia para los más vulnerables. Al permitir el país la gestación subrogada, es una práctica habitual que muchas parejas europeas y de todo el mundo contraten a mujeres ucranianas para que gesten y alumbren a los que luego les ceden como sus hijos. Sin embargo, al verse cerradas sus fronteras, hasta un centenar de bebés nacidos estas semanas estarían esperando a sus teóricos padres en hospitales y hoteles locales. Algo que lamenta la Iglesia ucraniana, que calcula que, si la situación se mantiene en el tiempo, pronto serán cerca de mil los recién nacidos en este triste limbo.
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En un comunicado conjunto, del que se hace eco La Croix, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, líder de la Iglesia greco-católica de Ucrania, y el arzobispo Mechyslav Mokshytskyi, presidente interino de la Conferencia de Obispos de la Iglesia Católica Romana, han tachado de “inaceptable” este fenómeno, que entienden que refleja “el pisoteo de la dignidad humana” para estas madres que, ante la necesidad económica, optan por alquilar su cuerpo.
Reclaman su abolición
Partiendo de la base de que la mujer expone su salud y renuncia a la maternidad en lo que no deja de ser una transacción comercial, los prelados exigen la abolición de la gestación subrogada en Ucrania. “En los últimos días –describen–, hemos visto un vídeo publicado en la web de la clínica BioTexCom [la principal del país en este ámbito] del Hotel Venice en Kiev. En él se muestra una habitación infantil improvisada y 46 bebés acostados en la cama y llorando. Los recién nacidos se encuentran en incubadoras modernas, privados de contacto materno, calidez parental, cuidado desinteresado, amor… Lo esencial. Sin embargo, estos niños se consideran un ‘producto’ comprado y para el cual el comprador no se presentó”.
“Tal muestra de desprecio por la persona humana –deploran–, por su dignidad, no se puede imaginar. Y todo esto es posible gracias a la legalización de la subrogación”. Por tanto, para los líderes cristianos, “ninguna circunstancia puede justificar la práctica de la subrogación”. Tampoco la llamada “altruista”, en la que, teóricamente, la madre no cobra por ello. Y es que esta acción “no puede tener un valor moral, porque, incluso si la intención de la madre sustituta es buena, los medios y el sujeto en sí son malos”.