No solo durante la Semana Laudato Si’ –que se celebra por estos días–, sino desde la hora cero de la publicación de la carta encíclica del papa Francisco, hace cinco años, la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) se la ha jugado por la pedagogía del cuidado, de la ecología integral, al servicio del cuidado de la casa común.
En efecto, ‘Cuidar la casa común, nuestro aporte al Pacto Global’ es el título de la última obra publicada por la CIEC, el pasado 1º de abril, ya en plena cuarentena por el coronavirus, amén de los recursos que permanentemente comparte con los educadores católicos de América, para impulsar acciones ecológicamente sostenibles y responsables con la ‘hermana Tierra‘.
En diálogo con Vida Nueva el secretario general de la CIEC, Óscar Pérez Sayago, subraya que “la escuela católica también se ha sumado a diversas iniciativas globales, como la desinversión de combustibles fósiles, junto con el Movimiento Católico Mundial por el Clima”.
Pregunta.- ¿Qué papel compete a las instituciones educativas católicas para mitigar la emisión de gases que afectan a la ‘casa común’, particularmente en medio de la actual crisis?
Respuesta.- La CIEC hace parte de las 42 instituciones religiosas que se comprometen con la desinversión de combustibles fósiles. A medida que los gobiernos de todo el mundo invierten significativamente en la recuperación económica, las comunidades religiosas les instan a pensar a largo plazo y enfocarse en una recuperación baja en emisiones y justa. En este compromiso la CIEC invita a la reflexión y a la acción porque el presente y futuro de los niños y jóvenes que asisten a nuestras escuelas dependen del compromiso que asumamos hoy por la casa común.
El problema es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos, buscando atender las necesidades de las generaciones actuales, incluyendo a todos, sin perjudicar a las generaciones futuras. Aquí está la tarea de la escuela católica, en formar, acompañar y despertar liderazgos que apuesten por un compromiso serio con el cuidado de la casa común.
P.- Cinco años atrás recibíamos Laudato Si, ¿cómo ha impactado esta carta encíclica la vida de la escuela católica en América?
R.- La encíclica Laudato Si’ ha marcado la reflexión de la Escuela Católica de América. Nos corresponde como educadores cristianos, portadores de la espiritualidad ecológica, elaborar, vivir y comunicar una nueva experiencia de Dios. La presencia de Dios en el mundo, tan ricamente diversa, manifestada en cada expresión de la creación, se transforma en mística, en capacidad de ver lo más profundo de la realidad, de descubrir y encontrar a Dios en todo. Como dice el papa Francisco, hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos.
P.- ¿Qué acciones está desarrollando la CIEC para hacer eco al llamado mundial por una ecología integral?
R.- La CIEC ha asumido el compromiso por la ecología integral del papa Francisco como eje vertical del Plan Estratégico. Por invitación del Obispo de Roma, la CIEC promoverá entre sus federaciones y Escuelas Católicas de América una educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente. La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos. Estos nuevos hábitos deberán invitarnos a crear una ciudadanía ecológica.
El cuidado de la casa común es parte de nuestro observatorio. Por eso realziamso libros, reflexiones, videos, material educativo que nos permite reflexionar continuamente sobre el cuidado de la casa común.
P.- Este tiempo de pandemia nos está cambiando el modo de vivir, también en el ámbito educativo. ¿Qué aprender y qué desaprender con relación al cuidado de la casa común?
R.- La crisis que estamos viviendo es una respuesta de la misma naturaleza. Es un llamado a la conversión integral que tanto insiste el Papa. De ahí que la ecología se está convirtiendo en una clave interpretativa de la realidad en su conjunto. Se nos invita a apostar por otro estilo de vida y a redescubrir que todo está relacionado con todo.
Como el tiempo apremia, en muchos sitios el deterioro del planeta y los estragos del calentamiento global son evidentes —más allá del mentís que algunos gobiernos sin escrúpulos tratan de apologizar— y está de por medio la vida, el Papa quiere que todos los ciudadanos del mundo asumamos el reto de salvar lo salvable con honestidad, responsabilidad y valentía.