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José María Calderón: “Hay que evitar el excesivo funcionalismo. La misión no es cuestión económica, sino de fe”





Este 21 de mayo, el papa Francisco ha dirigido un significativo mensaje a Obras Misionales Pontificias (OMP), cuya Asamblea General, si no hubiera sido por el coronavirus, debiera haberse reunido hoy en Roma. En conversación con Vida Nueva, José María Calderón, director de OMP España, lo recibe con entusiasmo.



PREGUNTA.- ¿Cómo valoráis desde OMP el mensaje que os dirige el Papa?

RESPUESTA.- Creo que el primer pensamiento es de la comunión. Las OMP son del Papa: “A través da las OMP se puede experimentar el misterio de la universalidad de la Iglesia, en la que la obra del Espíritu Santo crea armonía entre las distintas voces, mientras que el Obispo de Roma, con su servicio de caridad, ejercido también a través de las OMP, custodia la unidad de la fe”. Las Obras Misionales son Pontificias porque son parte de la Iglesia, y este mensaje nos hace sentir el afecto y la preocupación del Santo Padre por esta institución que está al servicio de su preocupación por la Iglesia universal.

Por otro lado, es un mensaje que no nos coge por sorpresa. Desde hace años, el Papa nos ha invitado a hacer una reflexión profunda de “puesta al día” de las Obras. Francisco ha manifestado en varias ocasiones su “preocupación por el peligro de que nuestra labor en las OMP se reduzca a la mera dimensión monetaria de la ayuda material, transformándoos en una agencia como tantas otras, que incluso tienen inspiración cristiana”. Por eso nos da un impulso para hacer una renovación del corazón, de las obras, de la organización, para “no acabar en un museo”.

Y, por último, creo que debemos agradecerle que ‘baje al terreno’. Porque, desde hace un tiempo, estamos en una reflexión dentro de las OMP para hacer esa transformación, que no sea un mero lavado de cara, sino una verdadera renovación interior. Y en este mensaje nos da puntos concretos de atención.

Más dinamismo

P.- Francisco insiste mucho en la idea de agilizar procesos e impulsar dinámicas vivas, algo muy propio del ser misionero… ¿Cómo se puede llevar a la práctica, en el día a día, ese anhelo?

R.- Creo firmemente que hay que crecer en algo que está muy presente en la mente de Francisco: la sinodalidad. Hay que dar un paso adelante a favor de la sinodalidad porque, de suyo, la sinodalidad es misionera. Y esa corresponsabilidad no debe ceñirse meramente a lo administrativo, sino que ha de impregnar la participación, la consulta, el equipo, principalmente en el discernimiento de las necesidades de la animación y cooperación misionera.

Y, por otro lado, es muy importante evitar el excesivo funcionalismo, reduciendo al máximo el tiempo dedicado a lo meramente administrativo y de funcionamiento, y dedicar las fuerzas a la dimensión evangelizadora y de compromiso misionero de los bautizados: la misión no es cuestión económica, sino de fe.

P.- También es claro cuando advierte de que vuestra identidad os debe “ayudar a evitar las insidias y patologías que amenazan vuestro camino y el de otras muchas instituciones eclesiales”. ¿Qué amenazas pueden ser esas?

R.- El Santo Padre enumera aquí unas cuantas: autoreferencialidad, ansia de mando, elitismo… ¡Hasta seis insidias a evitar! Todas ellas son, sin duda, una tentación dentro de las OMP, como lo son para la Iglesia en sí. Todas ellas vienen de abandonar el convencimiento de lo que dice Francisco al comienzo de estas páginas: la obra de la misión en la Iglesia es obra del Espíritu Santo. Cuando los que nos dedicamos en la Iglesia a la organización y la formación de la evangelización perdemos el sentido profundo de Dios y de que trabajamos en su obra…, ¡los peligros son enormes! Y lo que es peor…, ¡deja de ser misión! Es algo estéril que se convierte en “solucionadora de problemas”. El Papa llega a decir que, en ese momento, esa obra, esa labor ¡está ya muerta!

Resaltar lo positivo

P.- ¿Qué fragmento o idea clave del mensaje papal resaltarías a modo de interpelación personal?

R.- Siempre hay que resaltar lo positivo; no tanto los defectos a evitar, como los pasos que nos invita a tener en cuenta. Y me gustaría remarcar dos de los que Francisco nos da. Por un lado, la unidad entre la oración y la labor de recaudación que necesariamente hacemos: “Encontrar el modo en el que la estructura esencial de las OMP siga unida a las prácticas de la oración y de la colecta de recursos para las misiones”.

Y, en otro momento, el Papa dice algo que para mí es muy importante siempre: “Las OMP no son en la Iglesia un ente independiente, suspendido en el vacío. Dentro de su especificidad está el vínculo especial que las une al Obispo de la Iglesia de Roma, que preside en la caridad”.

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