Manos Unidas advierte hoy en un comunicado de que, si bien “la crisis sanitaria producida por el coronavirus en gran parte del mundo parece que, por el momento, no ha llegado al continente africano con la fuerza e intensidad que se vaticinó en los primeros días de la pandemia, de lo que no se ha librado el continente con el mayor número de países empobrecidos del mundo es del impacto de la crisis económica y social derivada de las medidas de confinamiento puestas en marcha por la mayor parte los estados africanos”.
Una denuncia que la entidad eclesial pone en boca de algunos de los misioneros con los que colabora en el continente. Como la religiosa mallorquina Victoria Braquehais, quien, desde Camerún, reclama que “África, ese continente al que suele tratarse como un todo, pero que está formado por un conjunto de países, de tribus, de culturas y de lenguas muy distintas, debería ser hoy un ejemplo para el resto del mundo”.
Así, su gran mérito es que, “sabiendo que disponemos de menos recursos, se han puesto en marcha medidas preventivas muy rápidamente, lo que ha frenado la expansión y ha prevenido muchas muertes”.
Eso sí, el éxito sanitario del confinamiento ha tenido su cara más que negativa al impedir que muchas familias puedan ganarse el jornal diario. Algo que constata en Angola la misionera malagueña Virginia Alfaro: “Aquí, dos de cada tres personas viven del mercado y de las actividades informales. Llevamos dos meses de estado de alarma con muchas restricciones. Las primeras semanas fueron más duras y eso ha tenido un impacto terrible en la economía. La gente aún no se ha podido recuperar, a pesar de que ahora hay unos días y unas horas estipuladas para poder hacer algún tipo de actividad; pero el daño ha sido muy grande”.
El salesiano José María Sabé, quien lleva en Yaundé (Camerún) 16 años, asegura que “en África hay una tradición muy fuerte de solidaridad. La cultura se vive como una fraternidad. Los pueblos y las regiones son como una familia, porque en la cultura generalizada de África hay una dimensión casi obligada de la solidaridad y eso también se está viviendo ahora con el coronavirus”. Con todo, comprueba en su día a día que “la crisis nos está haciendo mucho daño”.
Para paliar las consecuencias económico-sociales de la pandemia, Manos Unidas ha aprobado en estos meses “22 proyectos de emergencia –por importe de 625.000 euros– para hacer frente a necesidades sanitarias, alimentarias, de higiene y de prevención, que han beneficiado de manera directa a cerca de 450.000 personas en países como Etiopía, Kenia, Madagascar, Malawi, Mozambique, Zimbabue, Camerún, República Democrática del Congo, Burkina Faso, Sierra Leona, Marruecos o Mauritania”.