A los cinco años de su publicación, Laudato si’ no ha quedado en papel mojado: el reciente Sínodo y la exhortación Querida Amazonía llevan en ciernes un reto profético que tuvo su primer atisbo en el inicio de esta encíclica de Francisco: “La hermana Madre Tierra clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”.
Bergoglio se ha convertido así en un defensor ‘sui géneris’ de los derechos de los pueblos amazónicos, cuyo punto de partida está en el “alabado seas”. Patricia Gualinga, líder indígena ecuatoriana de la etnia sarayaku, asegura que “los pueblos indígenas hemos estado muy pendientes de cómo ha impactado esto”. Asimismo, “algunas diócesis y vicariatos han asumido con mucha responsabilidad el cuidado de la Casa común y lo han demostrado uniéndose al pueblo en sus luchas”.
Birgit Weiler, religiosa alemana con más de 16 años en la selva peruana y que además fue madre sinodal, asevera que la encíclica “responde al anhelo profundo de reflexionar juntos y llevar todo ello a la práctica en un contexto concreto”. Por eso, “los pueblos indígenas tienen una gran tradición de forjar su cultura integrada en la naturaleza”, algo representado en lo que han llamado “el buen vivir”. “Desde la fase preparatoria del Sínodo –apostilla–, hemos aprendido de ellos. Fueron 87.000 los representantes consultados de los diversos pueblos de la Amazonía”.
Delio Siticonatzi, líder indígena peruano perteneciente al pueblo asháninka y asesor en el Sínodo Panamazónico, apunta en esa misma dirección: “Históricamente, el modelo occidental de desarrollo ha pretendido invisibilizarnos, pero, gracias a la acción del Papa, se ha abierto los ojos al mundo hacia nuestra cultura, que gira en torno al hecho de que entendemos el bien común desde el cuidado de nuestra selva”.
El ecoteólogo brasileño Afonso Tadeu Murad, integrante de la red Amerindia, sostiene, por su parte, que, “más que un documento o un sínodo”, sin duda, las poblaciones indígenas, no solo de la Amazonía, sino también de las regiones andinas, “se vieron estimuladas por la encíclica”, por “su fuerte conciencia ecológica con una relación de reciprocidad”.
El propio Francisco ha dicho que el Sínodo Panamazónico es hijo de Laudato si’ y el punto de partida de esta dignificación de los pueblos originarios. Dário Bossi, misionero comboniano del equipo directivo de la red Iglesias y Minería, dice que esta encíclica también ha desencadenado “la convicción de que el cambio más profundo debe partir de la economía” hacia un modelo económico con “una posición respetuosa de la relación con la naturaleza y los seres humanos”.
La encíclica del papa Francisco –segunda de su pontificado– ha revolucionado hasta el lenguaje. En este lustro se ha acuñado el verbo laudatosificar. Alirio Cáceres, ecoteólogo de la Arquidiócesis de Bogotá y asesor de ecología integral de Cáritas América Latina, explica que “hay un lenguaje que incorpora el interés general de transformación de cuidado del planeta”.
Sin embargo, “hay mucho por hacer”… Esa laudatosificación implica constituir parroquias, escuelas, entes eclesiales, en fin, sociedades sostenibles y sustentables a la par “con la búsqueda de una economía que sea social, circular y solidaria”.
Desde Costa Rica, el sacerdote David Solano, promotor de la Red Eclesial Mesoamericana (REMAM), afirma que “el 24 de mayo de 2015 no parece una elección al azar, pues el papa Francisco ha mostrado habilidad particular para ser estratégico en sus alocuciones y publicación de documentos”. Además de que logró “la aprobación inmediata” de personas no vinculadas a la Iglesia.