Cuando el papa Francisco la invitó a participar en dos reuniones preparatorias para ‘Laudato si’’, “sobre el cuidado de la casa común”, Vandana Shiva le trajo un regalo: “Ana estola de algodón orgánico tejida a mano en los Ashrams de Gandhi, parte del proyecto en defensa de los agricultores indios atrapados por el algodón genéticamente modificado. Nosotros salvamos las semillas locales y ayudamos a los agricultores a regresar a lo orgánico”.
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PREGUNTA.- Fundadora, hace 30 años en la India, de la asociación Navdanya para la defensa de las semillas orgánicas, de la biodiversidad y de los derechos de los pequeños agricultores, está convencida de que las mujeres salvarán el mundo. ¿Por qué?
RESPUESTA.- Porque ya lo están haciendo. Somos ‘seed keepers’, custodios de semillas, ningún poder en la Tierra puede impedirnos trabajar en la tierra y por la Tierra. Trabajamos para crear un nuevo sistema basado en el cuidado y el compartir, precisamente como se indica en la encíclica.
P.- Pero el mundo no está salvando a las mujeres, víctimas de la desigualdad de género, violencia, explotación. ¿Cómo se pueden defender?
R.- En cualquier sistema violento, como el que vivimos, las mujeres pagan un precio muy alto. Es muy importante que se reconozca que son ellas las que sufren la peor violencia. El problema radica en la doble desigualdad, económica y sexual.
P.- De las cuales las víctimas de la trata son la encarnación más dramática.
R.- La violencia, la trata, la esclavitud, son impactos de la desigualdad. El derecho al sustento, a la dignidad del trabajo, a los recursos, a la tierra, debe ser reconocido por las mujeres.
María en el centro
P.- Durante el trabajo del Sínodo para la Amazonía hubo un debate sobre la cuestión femenina y sobre el papel activo de la mujer en la Iglesia. ¿Que piensa?
R.- Si vas a los Uffizi o a las iglesias de Florencia (la ciudad donde Navdanya International tiene sede además de en Roma, ndr), ¿a quién encuentras en el centro? A María. La Iglesia lleva una carga de historia que no conozco lo suficiente, pero creo que el Papa Francisco aborda el problema; que él puede hacerlo, encontrando el momento adecuado, de la misma manera que ha movido a la Iglesia al lado de la Madre Tierra, en lugar de quienes la explotan. María, como madre de Jesús, tiene en sí la cura para las generaciones futuras.
P.- ¿La desigualdad es un problema que interpela a todos?
R.- Todos los cultos han tenido destellos de mujeres líderes y maestras espirituales y fuerzas opresivas patriarcales. En India ha habido místicas excepcionales como Meera Bai. Ahora está dominando el patriarcado, pero creo que respetar a las mujeres es parte de la redefinición de la misión humana. Los hombres podrían beneficiarse de lo que Gandhi llamó el poder femenino de la compasión: una oración al día me hace más femenina, decía.
P.- ¿Usted es religiosa?
Yo soy profundamente espiritual, no religiosa.
Debemos cuidar la Tierra
P.- ¿Por qué ha definido ‘Laudato si’’ como el manifiesto del siglo XXI para la ‘Democracia de la Tierra’?
R.- El Papa dice que el llanto de la Tierra y el llanto de los pobres no son dos llantos separados. A los pobres se les niega comida, agua, trabajo, refugio. Todas las cosas que proporciona la Tierra. Debemos cuidarla a través de los sistemas de justicia económica, reconocer que está viva, respetar a todos sus seres y sus necesidades. En uno de los diálogos para los que fuimos llamados al Vaticano, el objetivo era redefinir el paradigma económico. La justicia y el cuidado de la Tierra son dos caras de la misma moneda.
P.- ¿Considera que el llamamiento del Pontífice es escuchado?
R.- Estoy convencida, lo demuestra el Acuerdo de París sobre el clima. El Papa ha trasladado el debate de un cálculo numérico a una cuestión moral.
P.- ¿Defender la Tierra y la biodiversidad es también un deber espiritual?
R.- Seguro. ‘Laudato si’’ ha recordado a la gente que somos parte de la Madre Tierra, por lo tanto, todas las demás especies son nuestra familia. El Papa eligió el nombre de san Francisco, que llamaba a las aves y a los lobos hermanos y hermanas y madre a la Tierra. Muchas frases de la Encíclica resuenan con mi cultura, mi civilización, que se basa en la idea de la Tierra como única familia.
La semilla orgánica expresa la integridad de la creación, los organismos genéticamente modificados la niegan: para mí, GMO significa “God Move Over, Dios apártate, porque ahora somos nosotros los creadores…”.
Greta comparte mi batalla
P.- ¿Puede haber una alianza entre su movimiento y los jóvenes que siguen a Greta Thunberg?
R.- Greta quiso reunirse conmigo en París y compartió mi batalla. A quienes me dicen que estos jóvenes que protestan son blancos, les respondo que es obvio: los niños negros pobres se mueren de hambre. Es un tanto absurdo esperar que los niños a quienes les quitaron madre y comida se levanten por una huelga sobre el clima. Los otros son niños privilegiados, pero ven hacia dónde va el mundo: también deben hablar en nombre de aquellos que no tienen el privilegio de poder manifestarse.
P.- ¿Cómo se puede afrontar el drama de los migrantes?
R.- Si cuidamos la Tierra y el suelo, ellos producen alimentos. Con el cultivo industrial, los suelos han sido destruidos y la gente ha sido arrancada de sus hogares. En los cuatro países alrededor del lago Chad, las actividades comerciales han ocupado el 80 por ciento del curso de los ríos: los campesinos no tienen agua, los pescadores no tienen peces, los pastores no tienen pasto.
De aquí vienen las guerras y las crisis de refugiados. El sistema que es responsable debería disculparse y acoger a los que llegan. Si la Tierra es nuestra casa común, nuestra madre, cada comunidad tiene derecho a estar en cualquier lugar de la casa.
P.- ¿Y sin embargo?
R.- Les cierran la puerta en la cara porque, como explico en el libro ‘El planeta de todos’ (ed. Feltrinelli), el uno por ciento de la población tiene el control de la economía global y no quiere perderlo. Para tener poder, debe crear oleadas de odio, miedo y exclusión: mientras que la sociedad esté ocupada en polarizarse, no se centrará en el problema de la regeneración de la Tierra y el de la justicia social y económica.
Hacen creer a las personas que los refugiados les quitan su trabajo, pero los refugiados no tienen trabajo, la verdad es que las personas pierden sus trabajos debido a la nueva economía tecnológica. Estados Unidos es una tierra de refugiados y migrantes, los nativos han sido asesinados por los colonizadores; sin embargo, mientras la Estatua de la Libertad saluda a las personas invitándoles a entrar, el presidente Trump las rechaza.
P.- ¿Cuánto de concreta es la posibilidad de un cambio?
R.- Soy optimista, creo que estamos en una fase de transición. Estamos creando un nuevo sistema. Yo cultivo la esperanza, la esperanza no viene del cielo o del supermercado. No la compras, la cultivas. Como dijo Gandhi, la Tierra proporciona suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la codicia de cada hombre.