El cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, nunca ha disimulado su desconfianza en las autoridades políticas chinas. Algo que le ha llevado a criticar abiertamente el acuerdo del Vaticano para la designación de obispos o la visión del Secretario de Estado, Pietro Parolin, sobre la situación de los cristianos en el país.
Ante la probación de una nueva ley de “seguridad nacional” que se impondrá en Hong Kong –y que como punto más caliente prohíbe todo conato de secesionismo–, el cardenal ha sido entrevistado en exclusiva por el diario católico francés ‘La Croix’. “Esta es una decisión terrible para Hong Kong”, dice sobre la medida que formará parte de la Constitución de Hong Kong. “Parece que las autoridades de Pekín van a crear una oficina autónoma especial con sede en Hong Kong para supervisar la aplicación de esta ley”, relata.
La Asamblea Nacional Popular de China presentó esta ley para la Región Administrativa Especial de Hong Kong como un “proyecto sobre el establecimiento y la mejora del sistema jurídico y los mecanismos de aplicación” de la antigua colonia británica. Sin embargo, para el purpurado, “esta ley impuesta en Hong Kong es estúpida”.
Zen señala que el “enfoque político” de la nueva legislación “es muy, muy malo para todos, para las libertades del pueblo de Hong Kong, para la reputación del Partido Comunista Chino y para la paz mundial”. A la espera de su aprobación definitiva, Zen señala que, aunque es solo un proyecto, medidas como esta muestran que “China se ha convertido en un país cada vez más totalitario”.
“Hay preocupación y enfado en Hong Kong porque sentimos que está en peligro de perder su singularidad y convertirse en una simple ciudad china como cualquier otra donde las libertades ya no existen”, lamenta. Ante la pérdida de “nuestra autonomía”, denuncia que “Pekín está en la raíz de todos los problemas actuales de Hong Kong. Sin embargo, debemos tratar de calmar las tensiones y evitar nuevos enfrentamientos en el futuro”, confía mientras advierte del inicio de un éxodo “porque incluso Occidente parece haber perdido toda esperanza al darse cuenta del comportamiento agresivo de China”. “En Hong Kong lo peor está por llegar ahora y no veo qué podemos hacer a menos que haya una fuerte respuesta internacional”, denuncia.