David Solano es el delegado episcopal de la pastoral social Cáritas de la arquidiócesis de San José en Costa Rica. Además de sacerdote, docente universitario y miembro del equipo de ecología integral de Cáritas América Latina, coordina el programa Bandera Azul Ecológica, una iniciativa de la Conferencia Episcopal y ha sido uno de los promotores de la Red Eclesial Mesoamericana (REMAM).
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A los cinco años de ‘Laudato si’’ recuerda a Vida Nueva que al momento de su publicación había un ambiente geopolítico previo a la cumbre de París, por lo que el papa Francisco decide lanzar su celebérrima encíclica muy vinculada con uno de los ejes del magisterio social de la Iglesia: el desarrollo.
Más allá de la Iglesia
“El 24 de mayo de 2015, no parece una elección adrede, si tomamos en cuenta que el papa Francisco ha mostrado habilidad particular para ser estratégico en sus alocuciones y publicación de documentos”, apunta el sacerdote.
Solano señala que la recepción fue inmediata: “Hace una fuerte resonancia más allá de los límites de la Iglesia y en las afueras de esta, y poco a poco empieza a ser recibida (leída y estudiada) en las diócesis y parroquias”.
Además agrega que ha habido un procesamiento de lo planteado por ‘Laudato si’’, en el que “surgen muchas iniciativas por plasmar pastoralmente lo pedido por el Papa y de encontrar los caminos para hacer vida la ecología integral” todo esto se traduce en la constitución de redes como REPAM (Red Eclesial Panamazónica), la Red Eclesial Mesoamericana y la Red Intereclesial del Cono Sur (REICOSUR) en el Acuífero Guaraní y los glaciares del cono sur.
Sus frutos en Costa Rica
En Costa Rica han sido muchas las iniciativas surgidas al calor de ‘Laudato si’’. Por ejemplo el programa Bandera Azul Ecológica, el cual “intenta provocar los cambios necesarios para encaminar la mencionada conversión que conduzca a asumir la ecología integral y la interrelacionalidad: el todo está conectado, que como un estribillo repite la encíclica desde las parroquias”, ha dicho el padre Solano.
Asimismo las curias diocesanas y otras instituciones eclesiásticas como el Simposio Laudato Si’, el cual fue organizado con “el aporte de la fundación Ratzinger y la posterior constitución del observatorio Laudato si’”.
Si bien estos hitos no siguen una cronología lineal, a juicio del presbítero aparecieron “en momentos concomitantes y van evidenciando la multiplicidad de formas en que Laudato Si’ es recibida en distintos contextos”.
Conversión ecológica
Desde la publicación de la encíclica ha surgido fuerte oposición de grupos e instituciones “más vinculados al orden mundial vigente”, dice Solano. Sin embargo también despertó un “impulso ético para promover solidaridades de muchas y variadas expresiones para impulsar la conversión ecológica”.
“Sirva esta mención para introducir la apreciación de lo dificultoso que puede resultar la asunción de la conversión ecológica y la ecología integral puesto que se trata transformar las mentalidades”, acota.
Cambio impostergable de modelo
Una tarea impostergable para toda la humanidad es el cambiar el estilo de vida que tiene más de 200 años de vigencia para lo cual “se requieren pequeños gestos y grandes transformaciones para trastocar las relaciones antagónicas con toda la creación -de la que somos parte- y con Dios”, apunta.
A la par con esta conversión ecológica, se deben replantear las relaciones sociales, políticas, económicas, e incluso las relaciones interpersonales y las relaciones con Dios “para los no creyentes sus relaciones con lo Sagrado” lo que a su vez supone “un replanteamiento de la antropología, que, de algún modo, ha logrado posicionarse para preguntarnos ¿qué tipo de persona es el necesario para que podamos “laudatosificar” la vida cotidiana?”