“Volver a encontrarnos con nuestra gente está siendo una experiencia de choque”. Con estas palabras, Fernando Artigas, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe expresa su primer domingo de misas con fieles, después de permanecer cerrado durante más de dos meses uno de los templos más populosos de Madrid.
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La iglesia, regentada por los misioneros del Espíritu Santo, ubicada en el distrito de Chamartín y conocida como “El Sombrerito”, ha celebrado tres celebraciones este domingo. Un regreso a medio gas por la limitación del aforo que no permite más de 200 personas por misa. Pero, también, porque el miedo sigue presente en la capital de España, una de las ciudades más castigadas por la epidemia del coronavirus. De ahí que, de momento, mantengan las retransmisiones ‘online’.
Tiempo esperanzador
Artigas ha iniciado así un proceso de ‘desvirtualización’ después del acompañamiento llevado a su comunidad parroquial a través de las redes sociales durante la cuarentena. De hecho, aunque nada puede sustituir a la eucaristía presencial, lo cierto es que valora como “esperanzador” el salto que se ha dado con las celebraciones digitales, puesto que han despertado la “creatividad” de todos.
“En cuanto perdamos los miedos, nos irá mejor a todos”, augura Javier, un habitual de la parroquia. Adolfo, por su parte, reconoce que es normal que a la gente le cueste volver, aunque considera que es cuestión de tiempo acostumbrarse a las nuevas prácticas. “No es un trastorno, ni mucho menos”, apostilla.
Sin margen a la improvisación
El sacerdote no ha dejado margen alguno a la improvisación, más aún teniendo en cuenta que desde el lunes han celebrado las eucaristías diarias que les han permitido ir puliendo algunos detalles. Así lo confirman desde el Arzobispado de Madrid que hablan de “normalidad” de este primer domingo de desescalada en la archidiócesis.
A la entrada de la iglesia de Guadalupe, unos voluntarios que informan a los feligreses de la normativa, facilitan gel hidroalcohólico y entregan una mascarilla para su uso obligatorio a quien no la porte. Una vez atravesada la puerta, otro grupo de voluntarios distribuyen a las personas entre los bancos manteniendo la distancia social requerida. Durante la celebración, se cumplen a pies juntillas el protocolo marcado por la Conferencia Episcopal para evitar contagios como el cero papel y la distancia entre los cantores.
¿La alternativa a la colecta suprimida del ofertorio? A la salida, a través del atril DONE, con la colaboración de Banco Sabadell, que permite donativos con tarjeta sin contacto ni tener que teclear número secreto de hasta 45 euros.