Por las medidas impuestas por las autoridades ante la pandemia del Covid-19, el tradicional Te Deum se llevó a cabo en la catedral de Buenos Aires con las puertas cerradas al público. En el contexto de la pandemia del coronavirus, el primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, encabezó la celebración por el 210º aniversario del gobierno patrio. Por su parte, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, participó virtualmente de la celebración, desde la residencia de Olivos.
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El cardenal arzobispo de Buenos Aires recordó que el Dios, invocado en la Constitución Nacional, “no está lejos de cada uno de nosotros”, y basó su homilía en la parábola del Buen Samaritano, en la que se enumeran varios verbos que muestran a ese servidor con su “humanitaria nobleza”.
Con esta enseñanza, Jesús responde a una pregunta: ¿Y quién es mi prójimo?. “No es el que yo elijo, el que se acomoda a mi tiempo y no interrumpe mi vida, mis planes”, expresó el Cardenal. “Todo dependerá de cómo miramos y bajamos a las manos lo que el corazón dicta, porque él nos anima al compromiso, a ser solidarios y dar con alegría, sin mezquindades”.
La humanidad es una
Señaló que en este tiempo, dicha parábola nos parece un exceso de generosidad y entra en conflicto con nuestro culto a las libertades individuales y a la vida privada. Cuando un virus “hace saltar todo por el aire”, nos devuelve la mirada a lo esencial, valorando el don de la vida a cualquier otro interés.El arzobispo porteño indicó que la globalización de la enfermedad, con sus letales cuotas de dolor y muerte, hoy “nos hace caer en la cuenta de que la humanidad es una” y nos urge a entrelazar sentimientos comunes con la gran familia humana.
Los servidores anónimos de la Patria
Poli recordó las palabras del Papa de aquel 27 de marzo, en la Plaza San Pedro: “Nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes -corrientemente olvidadas-, que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último ‘show’, pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios … , y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo…”.
Esta actitud valiente y sacrificada de tantos argentinos le recuerda la frase del General Manuel Belgrano: “La Patria es el sentimiento de libertad que es capaz de convertir en héroes a los ciudadanos más simples“.
Considera que justamente en este tiempo donde la solidaridad y la hospitalidad resurgen como valores, “no debe haber espacio para especular ni acaparar con las necesidades del pueblo. Tampoco hay lugar para llevar al terreno de las ideologías, posturas partidistas o intereses sectoriales”. Ratificó entonces que “es necesario preservar la unidad”.
“Primero, la gente”
“Contarnos entre los que cuidamos la vida como el don más precioso, nos enorgullece e identifica con el sacrificio de la generación que dio origen a lo que hoy somos como Nación”, manifestó el cardenal Poli en el marco de esta celebración del aniversario patrio.
Y mencionó también las palabras de Francisco, quien había destacado las medidas ejemplares de algunos gobiernos para defender la población. Aunque estas medidas molesten, siempre es para el bien común. “Los gobiernos que enfrentan así la crisis muestran la prioridad de sus decisiones: primero la gente”.
Invitó a elevar una oración de acción de gracias por los audaces hombres y mujeres de aquella gesta trascendente que pensaron en nosotros y en las generaciones que vendrían. Finalmente, pidió al Dios de la vida fortalezca y anime a quienes nos cuidan, dé consuelo y esperanza a quienes están atravesando la prueba: enfermos, ancianos, pobres e indigentes.
“Que no falten las manos amigas y cordiales de los buenos samaritanos, para que estén cerca, curen, sostengan, consuelen y, si es necesario, acompañen con la oración y el afecto a los hermanos en el momento de su partida”, pidió el cardenal.