‘Iglesia y homosexualidad, una investigación a la luz del magisterio del papa Francisco’ (San Paolo) es el último trabajo del editor del periódico Avvenire, Luciano Moia, en el que recoge el análisis de diversos especialistas sobre la homosexualidad desde el punto de vista de la Iglesia. Es, además, un libro en cuyo prólogo el que el cardenal Matteo Zuppi reflexiona sobre el magisterio del papa Francisco sobre este tema y sobre su tesis en Amoris Laetitia.
Tal como recoge la página de noticias de la Conferencia Episcopal Belga,Cath.ch, el purpurado explica que, en su encíclica, Francisco invita a valorar la “diversidad” y a acoger y respetar a todas las personas, también a las homosexuales. Por ello, el enfoque del Papa no consiste en “relativizar la Ley de Dios”, sino ponerla “en perspectiva, hacerla relativa a la persona concreta, a su especificidad”.
“La plenitud de la voluntad de Dios para una persona no es la misma para otras”, explica Zuppi en el texto. Por lo tanto, el Papa subraya la “negligencia” de las comunidades cristianas en su falta de “escuchar profundamente a la persona en las situaciones de su vida”.
“Debemos comenzar a mirar a las personas, incluidos los homosexuales, como Dios los mira a ellos, para que ellos también empiecen a sentirse miembros de la comunidad eclesial, en el camino”, añade el purpurado, quien no considera necesaria una pastoral dedicada únicamente a las personas homosexuales, sino promover de una forma general la integración desde una “mirada específica a las personas”, porque la diversidad individual “es un regalo para la riqueza de la comunidad”.
Ante las preocupaciones, el alto prelado se pregunta: “¿cuáles son los riesgos de integrar a todos, incluidos los homosexuales, en el ministerio pastoral ordinario?” Según él, la caridad de Dios en la comunidad requiere aceptar ser probado por los conflictos que los casos personales pueden generar; y esto, independientemente de la orientación sexual o antecedentes familiares.
Por otra parte, el arzobispo de Bolonia recuerda que “la doctrina de la Iglesia distingue entre orientación y actos”, ya que la primera “nadie la elige” y no es necesariamente “un acto”. Y, aunque lo fuera, “no justifica desterrar a la persona de la comunidad”.
“Incluso si una persona lleva un estilo de vida contrario a la Ley de Dios, ¿no deberíamos darle la bienvenida?“, se pregunta el cardenal. “Si Jesús hubiera tenido este criterio, antes de entrar a la casa de Zaqueo habría requerido su conversión, y antes de acompañar a la mujer samaritana a la adoración de Dios en Espíritu y en Verdad, él le habría pedido que regularizara su estado civil”, argumenta Zuppi.