‘Cuando le pongo tu nombre’. Es el título del tema que Migueli ha compuesto como homenaje a todos aquellos que han contribuido para luchar contra el coronavirus y que busca ser también un apoyo para el banco de alimentos de Cáritas.
“Solo quiere ser un granito de ánimo en este gran reto, y en seguir ayudando a los más vulnerables, a los que peor lo están pasando en esta tempestad que nos ha pillado a todas y todos”, relata uno de los cantautores católicos de referencia en España y América Latina. “Conozco Cáritas y cómo están dejándose la piel para asistir a los más vulnerables en esta crisis”, detalla Migueli, sabedor de que “los técnicos y esa red inmensa de voluntarios entregados que tiene, llegan a las necesidades que hay en el último rincón de cualquier barrio de cualquier ciudad, y están abiertos a cualquier persona que está en necesidad, desarrollando un trabajo eficaz, generoso, cercano, organizado y lleno de empatía”.
De ahí su llamamiento a colaborar con el banco de alimentos de la ONG de la Iglesia que “que está atendiendo ahora una demanda de necesidades básicas absolutamente urgente y desmedida. Esto apoyamos. Este es el momento”.
Sobre la razón de ser de la canción, el artista explica que “es para todas y todos. Nosotros porque estamos haciendo una gesta, una maravilla, una proeza que es de todos, y necesitaba expresar mi entusiasmo, mi homenaje y mi profundo agradecimiento, explica el cantautor, que no duda en calificar de “héroes” y “ángeles” a todos aquellos “profesionales que se están dejando la vida y nos están cuidando”.
Los versos de la canción hablan de la importancia de dejar a un lado los datos para poner rostro a la realidad que nos rodea. “Cuando a cualquier causa le pongo tu cara y tu nombre me identifico, me animo, me conmuevo y me muevo, para activar todo lo que sea necesario para llegar a que estés mejor, a que vivas mejor, a que salgas de tu situación negativa, sea la que sea”, reflexiona Migueli.
El cantautor parte de esa experiencia de haber “hemos puesto nombre a los de los balcones, a los enfermos, a los que se han ido, a los que han perdido a alguien, a los que se han quedado sin trabajo, a los abuelos que están solos y asustados, a los niños que no podían más, a las tristezas, a las pérdidas, a las carencias…”.
Esa humanización de la pandemia es la que, según él, ha provocado “una catarata de gestos de solidaridad, de heroicidad, de cariño, de compartir, de cercanía, de creatividad, de generosidad”. Migueli está convencido de que “así todo cambia. Y me movilizo, me pongo en marcha, me muevo, comparto, denuncio, me manifiesto, dono, rezo, invento… Mi horizonte coge una luz y una ilusión que no tenía en el papel de criticar, sentir lástima, quejarme y no actuar”.
De hecho, confía en que el desconfinamiento, lejos de aminorar esta corresponsabilidad que ha nacido de la tragedia, dispare el compromiso social: “Ahora que estamos cansados, dolidos, necesitados de todo, ahora que estamos en plena reconstrucción, ojalá sigamos poniéndonos nombre, unidos en un ambiente lleno de armonía. Y adelante hasta superar todo esto llenos de amor, salud… ¡y ojalá que humor!”.