Daniel Lomas ha vivido el coronavirus en primera persona. El religioso carmelita contrajo el virus a finales de marzo. Afortunadamente, su estado de salud no llegó a ser grave, pese a pasar una noche en el hospital debido a que es asmático. Allí, en medio del caos hospitalario que fue tónica general en España en las primeras semanas de pandemia, escuchó a unas enfermeras hablar sobre lo mucho que tiraban las mascarillas.
Dos meses más tarde, completamente recuperado, esta experiencia y el hecho de que el uso de las mascarillas se ha hecho obligatorio, ha llevado a este joven consagrado apasionado de la impresión 3D a fabricar, desde su dormitorio, ‘salvaorejas’ que alivien la presión de las mascarillas.
“Me gusta la impresión 3D, y ya tenía de antes una máquina”, explica a Vida Nueva. “Hay muchas personas donando material de este tipo, y vi que me podía sumar a la iniciativa creando pantallas de protección y ‘salvaorejas’”, añade, aunque ha sido estos últimos en los que finalmente se ha centrado, ya que la oferta es mucho menor.
Desde la comunidad del convento de san Andrés de Salamanca, a la que pertenece, se pusieron en contacto con las autoridades de la región para que les explicasen de qué manera proceder. “Nos dieron las pautas que había que seguir en el plano sanitario, y decidimos seguir para delante con el proyecto”, dice. “Nos parece una labor bonita”, continúa, “y, con todo lo que está pasando, queríamos colaborar de una forma más directa, además de con Cáritas como ya veníamos haciendo”.
Así, empezaron la primera semana de mayo y, desde entonces, no han parado. Hoy, las dos impresoras están “echando humo” desde las 7:30 de la mañana hasta las 11 de la noche, llegando a hacer unos 100 ‘salvaorejas’ al día. “El diseño lo hago por ordenador y otro hermano se encarga de desinfectar los ‘salvaorejas’”, explica. Mientras, otro carmelita, aislado en su habitación debido al coronavirus, es quien maneja el correo electrónico (carmelitano21@gmail.com) al que pueden escribir para solicitar el material. “