España

Cáritas Castrense, el arma de la fe para doblegar al coronavirus





El teniente general Rafael Barbudo Gironza, director general de Cáritas Castrense, rememora los inicios de la crisis del coronavirus y admite que esta “nos azotó como azota un terremoto. Una de las primeras sacudidas fue el fallecimiento de uno de nuestros magníficos voluntarios. Era Juan, el secretario de la Cáritas Parroquial de Alcalá de Henares, una persona entrañable y de gran valía, marido de la directora, nuestra querida Pilar, y colaborador incansable en el equipo. No fue un buen comienzo, pero, de este golpe y de otros sucesivos que hemos sufrido, nos hemos tenido que sobreponer con fe y oración”.



“Y claro que nos sobrepusimos –remacha–. Contando con la ayuda y las orientaciones de los Servicios Generales de Cáritas, conseguimos adaptarnos a esta nueva y dura situación para continuar ayudando a quien nos pudiera necesitar. Tras constituir un reducido ‘comité de crisis’, adaptamos con celeridad nuestros programas en cursos de acogida y atención primaria, de ayuda a mayores y a personas con discapacidad, por medio de seguimientos telefónicos, teletrabajo y asistencia presencial en los casos requeridos”.

Avalancha de solidaridad

Ahí fue cuando se alumbró toda una “avalancha de solidaridad. Estamos siendo testigos privilegiados de los valores cargados de positividad que puede albergar el ser humano y que se hacen visibles en situaciones críticas como la presente. Y, si ello lo vemos desde el prisma de la fe, nos ayuda a conservar la esperanza y a ver con ojos más benevolentes la sociedad que nos rodea”.

“Con la ayuda –destaca Barbudo– de nuestra presencia digital y en las redes sociales, ha surgido un buen número de nuevos donantes, tanto particulares como empresas, que nos han proporcionado desinteresadamente todo lo necesario en estos momentos: material sanitario, mascarillas, batas, pantallas protectoras, alimentos y recursos económicos. Tampoco han sido pocas las unidades militares que, con la guía de sus capellanes, han realizado campañas relámpago de recogida de alimentos que se entregan a las Cáritas hermanas, al Cottolengo y a otros necesitados”.

Y eso que toda ayuda es poca, porque, “en este corto espacio de tiempo, ya hemos apreciado un considerable aumento de nuevas personas con necesidades, que se suman a las que ya atendíamos con anterioridad. Como estas nuevas necesidades son mucho más básicas y perentorias, tratamos de prepararnos para darle a su vez las respuestas adecuadas. Nuestro proyecto ‘Cerca de ti’, que se basa en mantener un número de teléfono de asistencia permanente con su correspondiente sistema de actuación, ha acogido a un creciente número de personas muy necesitadas. Desde Cáritas Castrense atendemos con cariño todas las llamadas y procuramos dar respuesta y procesar los casos trabajando en red con las Cáritas hermanas o bien, cuando procede, derivando las situaciones a los correspondientes servicios sociales”.

Se han salvado vidas

Si bien esta crisis “ha provocado nuevas y distintas necesidades, nos conforta poder ser útiles ayudando a residencias, centros de discapacidad y conventos que, en los momentos de mayor tensión y alarma por los fallecimientos, acudían a nosotros o nos llegaba conocimiento de su situación. Así, a través de nuestras relaciones con mandos y autoridades militares, hemos propiciado entregas de material sanitario o desinfecciones de locales por parte de la UME y la Guardia Real que han ayudado de forma significativa a salvar vidas y a confortar corazones”.

Barbudo hace hincapié en que lo virtual les ha ayudado mucho (nuestro ‘comité de crisis’ se ha podido reunir desde la declaración de estado de alarma en siete ocasiones, así como establecer contacto en reuniones virtuales con 24 Cáritas Parroquiales), pero, sobre todo, a darse un abrazo real, de alma a alma: “Hemos podido, también, acompañarnos mutuamente, rezar juntos y hasta se organizó una divertida sesión de zumba en streaming con el proyecto de atención a personas con discapacidad intelectual”.

Seguimientos telefónicos y actuaciones presenciales

“Nuestra institución –finaliza–, que tiene ya más de 300 voluntarios, ha implicado directamente a 112 de ellos en la materialización de los seguimientos telefónicos y actuaciones presenciales a un número superior a 200 personas de familias con necesidades, a más de 200 mayores y a 60 con algún tipo de discapacidad. Probada ya la eficacia de utilizar estos medios como herramienta básica, y superada la inicial reticencia de algunos a familiarizarse con ellos, los procedimientos de trabajo con estos soportes tecnológicos se quedan ya para siempre con nosotros”.

Una de las muchas instituciones que ha recibido estas semanas el apoyo de Cáritas Castrense es la Fundación Astier Centro San José, una residencia de las Hermanas Mercedarias de la Caridad y destinada, en Madrid, a personas con discapacidad intelectual. Su director, Borja Lucas, admite que “me ha tocado gestionar uno de los momentos más críticos de la historia de mi residencia. Honestamente, no estábamos preparados en cuanto a equipos médicos y EPIS, porque, además, no teníamos que estarlo. Somos una residencia sociosanitaria, no un centro medicalizado, y tampoco hemos querido serlo”.

Espíritu de sacrificio

“Cuando el estado de alarma se decretó –abunda–, el coronavirus estaba en la Comunidad de Madrid por todos lados, también entre nuestros amados residentes y profesionales. Hemos sido de las ciudades más castigadas por el virus a nivel mundial. Con esta realidad, todo el equipo del centro comenzó a trabajar apasionadamente y con mucho espíritu de sacrificio y entrega humana para minimizar los daños de la epidemia y con el objetivo de proteger al colectivo vulnerable al que atendemos, por el que tenemos una profunda vocación”.

Pero para ello, se lamenta, necesitaban medios (especialmente EPIS en gran cantidad) que no tenían. Y que nadie les proporcionaba: “Ahora se ve un cambio de tendencia, pero llega muy tarde. La ayuda en su suministro de las autoridades públicas competentes (pertenecientes al Gobierno central y autonómico) ha sido absolutamente insuficiente, precaria y muy distanciada en el tiempo. Hemos tenido que utilizar los mismos aparatos en todo momento, y gracias a la compra a proveedores pagando precios muy elevados y a donaciones altruistas de una sociedad tremendamente generosa”.

En el peor momento

Fue en el peor momento, ante “la preocupación y miedo” que generaba la “inaccesible” compra de EPIS, cuando llegó su tabla de salvación: “Contactó con nosotros Ricardo Serrano, de la pastoral castrense de Cáritas. Era un momentos crítico en el que no contábamos con suficientes EPIS para más allá de una semana; nos preguntó por nuestras necesidades desde una actitud humana y empática. Al poco nos hizo llegar 800 buzos N3, de alta calidad, que fueron recibidos en forma de milagro dadas las circunstancias. Fue un día tremendamente emocionante, y hablo de emoción literal. Pero, más allá del gesto material, que agradecemos de manera intensa por lo necesario que era a Ricardo y a quien representa, fue un apoyo humano, desde la posición de alguien que tenía deseo de ayudar y cuyo apoyo llegaba contundentemente”.

Después, “han sido numerosas las llamadas para saber qué necesitábamos y cómo nos encontrábamos, dándonos fuerza y apoyo a través de su preocupación por nuestro centro. Este tipo de gestos han sido nucleares en la gestión de la epidemia, ya que la idea de trabajo en red entre residencias y la sociedad en la que convivimos ha hecho que el impacto negativo del virus sobre nuestra población vulnerable haya sido menor. Cáritas Castrense ha testimoniado con nosotros una caridad humana y profunda, símbolo de lo que ambas instituciones defendemos como valor esencial e innegociable”.

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