El obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas (México) sobrevivió “milagrosamente” a un tiroteo el pasado sábado 30 de mayo, mientras se dirigía junto con su familia a su casa de fin de semana en el poblado de Chiltepec, en el Estado de México.
A través de un breve texto difundido en redes sociales y algunos medios de comunicación, el también responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano narró que ese día, alrededor de las 18:00 horas, cuando viajaba en su coche, un Volkswagen tipo Jetta, hacia su casa de descanso, se encontró con un fuego cruzado, que por poco le cuesta la vida.
“Después del Volcán, pasando Cerro Gordo, antes de El Capulín, unas personas de un coche chico, venían en sentido contrario al nuestro, persiguiendo a los de una camioneta, quizás para asaltarles o no sabemos para qué, y les tiraron de balazos”, narra el obispo.
Uno de esos balazos –dice– perforó el parabrisas de su coche, frente a él, que iba de copiloto, y parte de la bala se le incrustó en su cuello, pero sin afectar cuerdas bucales ni provocar mayor sangrado. Algunas vidrios se incrustaron también en la parte superior de su mano derecha.
Fragmentos del parabrisas también alcanzaron a su familia: “Iban conmigo Coca y Pita, más Lupita y José Alberto. Ellos sólo se llevaron el gran susto; sólo mi hermana Coca, que iba en el asiento atrás de mí, recibió un pequeño golpe de una fracción de la bala en su pierna, pero sin causarle herida, sino sólo el golpe”.
Explica Arizmendi que continuaron su camino hasta llegar a Chiltepec, donde un doctor lo atendió: le sacó la bala, le suturó el cuello y la mano.
“Estoy milagrosamente bien, dando gracias al Señor y a la Virgen –dice Arizmendi– quien este Domingo de Pentecostés ya pudo celebrar la misa en su parroquia, a puertas cerradas, y este lunes 1 de junio, bajo la protección de elementos de seguridad del Estado de México, emprendió su retorno a la ciudad de Toluca, donde radica.
En su descripción de los hechos, Felipe Arizmendi aseguró: “Todos estamos expuestos a los diferentes virus”, en clara alusión a la denuncia que hiciera recientemente el obispo de Apatzingán, Michoacán, Cristóbal Ascencio García, quien a través de una carta pastoral dirigida a su diócesis, lamentó que miles de personas estén enfermando y muriendo a causa del Covid-19, pero aseguró que su pueblo sufre más por otros “virus”.
“La indiferencia, la corrupción, la inseguridad, la violencia, la impunidad, el cobro de piso, los secuestros, las pugnas de cárteles por los territorios, la quema de vehículos, etcétera. Son virus tan conocidos como forzosamente aceptados, y pareciera que tampoco hay vacunas contra éstos”, aseguró Ascencio García.