“¿Cómo es posible que en Estados Unidos se le pueda quitar la vida a un hombre negro mientras no se responde a una petición de ayuda y se comete un asesinato como tal?”. Con esta pregunta lanzada al aire, el presidente de los obispos de Estados Unidos, José H. Gómez, ha salido a la palestra cuando el país vive las jornadas de protestas raciales desde el asesinato de Luther King.
Es más, el arzobispo de Los Ángeles no duda en calificar el asesinato de George Floyd, desencadenante de las movilizaciones, como “sin sentido y brutal, un pecado que clama justicia al cielo”. A través de una declaración, que complementa la lanzada por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos hace unos días, hace un llamamiento para que las autoridades civiles investiguen “cuidadosamente” el asesinato y se aseguren “de que los responsables rindan cuentas”.
“Durante demasiado tiempo se ha tolerado el racismo”, lamenta el presidente del Episcopado norteamericano, que subraya que “no debería ser así en Estados Unidos”. “Necesitamos erradicar de una vez la injusticia racial que todavía infecta demasiadas áreas de la sociedad estadounidense”, insiste el prelado.
Una vez más, como ya hicieran los obispos en su conjunto, Gómez respalda las manifestaciones pacíficas: “Deberíamos estar escuchando mucho ahora. Esta vez, no debemos dejar de escuchar lo que la gente expresa a través de su dolor”.
Eso sí, a renglón seguido, apostilla que “estas protestas legítimas no pueden ser aprovechadas por personas que tienen otros valores y otra agenda”. De esta manera, realiza una condena explícita de “la violencia de las últimas noches” que tacha de “autodestructiva”. Para el arzobispo, “la violencia no consigue nada y hace perder mucho”. En esta misma línea, denuncia que “quemar y saquear comunidades, arruinar los medios de vida de nuestros vecinos, no promueve la causa de la igualdad racial y la dignidad humana”.
Además de mostrar sus condolencias a la familia de Floyd, el prelado también pone en valor la labor de la policía: “La crueldad y violencia que sufrió no se refleja en la mayoría de los hombres y mujeres buenos en la aplicación de la ley, que llevan a cabo sus deberes con honor”.
El arzobispo de Los Ángeles cierra su comunicado alentando a la población: “No debemos dejar que se diga que George Floyd murió sin razón. Deberíamos honrar el sacrificio de su vida eliminando el racismo y el odio de nuestros corazones y renovando nuestro compromiso de cumplir con la promesa sagrada de nuestra nación: ser una comunidad que cree en la vida, libertad e igualdad para todos”.