Al igual que la pandemia del Covid-19, el racismo es “un virus espiritual que se ha extendido por todo el mundo y debe ser erradicado”. Así lo considera el presidente de la Academia Pontificia para la Vida, el arzobispo Vincenzo Paglia, quien ha hecho estas declaraciones en una entrevista a Junno Arocho para Catholic News Service en medio de las revueltas en Estados Unidos por el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de la policía.
“El racismo es un virus cultural”, continúa Paglia, “que si no es aislado, se propaga rápidamente”. Por ello, el prelado hace un llamamiento a la sociedad para que las personas se cuiden mutuamente. “Hoy debemos comenzar una revolución de hermandad. Todos somos hermanos y hermanas. La hermandad es una promesa que falta en los tiempos modernos”, subraya.
“En mi opinión, la verdadera fuerza que nos apoya en nuestra debilidad es la hermandad y la solidaridad”, añade. “Y así, como derrota al coronavirus”, apunta, haciendo referencia a la responsabilidad y al autoaislamiento de los últimos meses, “también se derrota al racismo”.
La lucha contra el racismo, además, se logra “no con violencia sino con el estilo de Martin Luther King: con palabras, con cultura, con fe, con humanismo. Se lucha de la misma manera que luchamos contra el coronavirus”. Por ello “con permanecer en silencio no es suficiente”, sino que “para evitar que se multiplique el virus del racismo, aquellos que se oponen al él también deben multiplicarse”.
Asimismo, Paglia ha manifestado que cree que el papa Francisco debería escribir un documento sobre el racismo, ya que es un problema presente “en todo el mundo”. Del mismo modo, el arzobispo subraya que la carta del Papa por el 25 aniversario de la Academia Pontificia para la Vida ya refleja muchas de las divisiones que existen en el mundo actual.
“La desconfianza mutua entre individuos y pueblos está siendo alimentada por una búsqueda desmesurada de interés propio y una intensa competencia que incluso puede volverse violenta”, decía Francisco en el documento. “La brecha entre la preocupación por el propio bienestar y la prosperidad de la familia humana en general parece extenderse a el punto de división completa”, apuntaba el papa.