Es el titular de la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 del barrio de Retiro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En este distrito viven cerca de 45.000 personas, y hasta el momento, es la zona metropolitana de mayor contagio.
El padre Willy tiene 55 años. Trabaja en el barrio Carlos Mugica, desde hace 21 años. Allí cumplió distintas funciones. Como director de la casa vocacional “Don Bosco”, ayuda -con un equipo interdisciplinario- a responder a las demandas de la comunidad y atender la problemática de la droga.
Al presentar síntomas leves de gripe y pérdida de olfato y gusto, con la intención de prevenir la propagación del virus, las autoridades realizaron mapeos e hisopados entre sus contactos.
Ahora, el cura porteño está aislado en uno de los hoteles dispuestos por las autoridades para tal fin, evolucionado. Su estado general de salud es bueno.
Con este episodio del padre Torre, los curas villeros comentaron, a través de un comunicado, que siguen “compartiendo la vida de sus vecinos en las buenas y en las malas”. Ratifican lo dicho el pasado 5 de mayo: “La pandemia hace que se visibilicen problemas estructurales de nuestros barrios. La realidad se nos vino encima”.
Entienden que las necesidades de la gente están por sobre los riesgos que asumieron al seguir viviendo en nuestros barrios.
Seguirán tratando de preservar la salud y garantizando el sustento diario de la gente de los barrios. Para este objetivo, trabajan en comedores y merenderos, en escuelas transformadas en hogares de ancianos, y en gimnasios y parroquias que albergan familias hacinadas. Finalmente, se comprometen a “mantener encendida la esperanza entre tantos sufrientes de nuestros barrios”.