Vaticano

El papa Francisco, ante la muerte de George Floyd: “No podemos cerrar los ojos ante el racismo”





“No podemos tolerar ni cerrar los ojos frente a cualquier tipo de racismo o de exclusión y pretender defender la sacralidad de toda vida humana”. El papa Francisco dejó esta severa advertencia a los católicos en la audiencia general que presidió este miércoles en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, como es habitual desde el inicio de la pandemia del coronavirus, al hablar sobre la “trágica muerte” del afroamericano George Floyd, cuyo asesinato por parte de un policía ha provocado una oleada de protestas en Estados Unidos.



“Sigo con gran preocupación los dolorosos desórdenes sociales que están sucediendo en vuestra nación en estos días”, les dijo Francisco a los fieles estadounidenses en su saludo a los católicos de lengua inglesa. “Debemos reconocer que la violencia de las últimas noches es autodestructiva y autolesionista. Nada se gana con la violencia y mucho se pierde”, advirtió el Pontífice después de dejar su advertencia sobre la importancia de no permanecer indiferente ante los episodios de exclusión racial.

El pecado del racismo

En su alocución, Jorge Mario Bergoglio se unió a las oraciones “por el reposo del alma de George Floyd y de todos los otros que han perdido la vida a causa del pecado del racismo” e invitó a los fieles a rezar tanto por el “conforto de las familias y amigos afligidos” como por la “reconciliación nacional y la paz que anhelamos”. Finalmente pidió a la Virgen de Guadalupe, patrona de América, que “interceda por todos los que trabajan por la paz y la justicia”.

La catequesis de la audiencia general estuvo centrada, una vez más, en la oración. Puso el ejemplo de Abrahán, “modelo del que cree y sigue con fe la voluntad de Dios, incluso cuando esa voluntad se revela difícil y, en muchos casos, incomprensible”. Propuso aprender del primer patriarca a “rezar con fe: escuchar, caminar y dialogar con Dios hasta discutir”, lo que a algunos les puede “parecer una herejía” pero que para Francisco es “una forma de oración”. “Solo un hijo es capaz de enfadarse con su padre y luego reencontrarse con él”, destacó.

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