España

Cáritas constata que la pobreza severa en España se ha incrementado en un 30% durante la crisis del coronavirus





La pobreza severa –menos de 370 euros para una persona y menos de 776 euros para dos adultos y dos menores de edad– se ha incrementado en un 30% y alcanza en estos momentos a 1 millón de personas entre las familias acompañadas por Cáritas. Estos son los datos que se desprenden del informe ‘La crisis de la Covid-19. El primer impacto en las familias acompañadas por Cáritas’, llevado a cabo en mayo por el Equipo de Estudios de la ONG de la Iglesia para conocer cuál es el impacto que la crisis social y económica causada por el coronavirus está teniendo en los hogares .



Para Cáritas, este estudio –para el que se han entrevistado a 600 personas de las 17 comunidades autónomas– “constata, de manera elocuente, cómo una emergencia, en un inicio de naturaleza eminentemente sanitaria, se ha convertido en solo unas semanas en una crisis de hondo calado social”.

La paralización de una parte de la economía ha provocado un rápido aumento del desempleo. Si en el conjunto de la sociedad española se ha registrado una subida de 2,5 puntos porcentuales en la tasa de paro entre los meses de febrero y abril, en la población acompañada por Cáritas el aumento ha sido de 20 puntos porcentuales. Es decir, se registra un incremento ocho veces superior entre la población más vulnerable, con un índice de paro del 73%.

3 de cada 10 hogares sin ningún ingreso

El impacto de la crisis en los ingresos de los hogares ha sido tal que ha provocado que 3 de cada 10 hogares no dispongan ahora mismo de ningún ingreso. Aproximadamente 450.000 personas que residen en hogares acompañados por Cáritas no ingresan ni un solo euro en estos momentos, lo que representa un incremento del 136%.

Las familias con ingresos han visto cómo estos se reducían un 33% desde el inicio de la crisis. La merma más importante se ha producido en los ingresos procedentes del empleo formal, que han caído casi la mitad, y en los ingresos de los empleos informales que las familias utilizan como estrategia de supervivencia, que se han visto reducidos en un 71%. Esta reducción de los ingresos provoca consecuencias añadidas en las familias, que se ma­nifiesta en la imposibilidad de llevar una dieta adecuada (50%) o de comprar medicamentos (20%).

Más de 700.000 personas acompañadas por Cáritas residen en hogares que no disponen de dinero para pagar la vivienda ni los suministros. De hecho, 1 de cada 4 familias (24%) puede verse obligada en el corto plazo a tener que abandonar su vivienda, ya sea por desahucio o por tener que buscar otra con costes aún más reducidos.

Las medidas de confinamiento han dificultado la concilia­ción de la vida laboral y familiar, de hecho, un 18% de los hogares con menores de edad acompañados por Cáritas ha tenido que renunciar a un trabajo para hacerse cargo de los niños.

La brecha digital aumenta

En 1 de cada 3 hogares se ha bajado el rendimiento escolar. Los estudiantes han tenido dificultades para seguir el ritmo docente desde casa, tanto por carecer de dispositivos electrónicos y/o conexión a internet, como por dificultades personales. Se constata, también, la persistencia de la brecha digital: más de 200.000 personas que residen en el 14% de los hogares acompañados por Cáritas no cuentan con conexión a Internet y cerca de la mitad (46%) no tiene habilidades para realizar trámites administrativos por esta vía.

Esta brecha digital ha alcanzado un impacto excepcional durante esta crisis, en la que el seguimiento escolar y los trámites con la Administración y otras instituciones (solicitud de ayudas, búsqueda de empleo) han requerido la disponibilidad y la habilidad de la interacción digital. Como consecuencia de ello, 3 de cada 10 hogares afirman haber perdido oportunidades de empleo y formación. Y una cuarta parte no ha podido acceder a determinadas ayudas de la Administración por el mismo motivo.

El estudio confirma que la crisis ha reforzado los lazos familiares y comunitarios. No obstante, esa intensificación de relaciones no se plasma en efectivas redes de apoyo que puedan brindar ayuda por el desgaste al que están siendo sometidos los hogares; así, por ejemplo, 7 de cada 10 familias encuestadas no tendrían a quién recurrir en caso de necesitar un préstamo ocasional de dinero.

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