El pasado lunes, el obispo de El Paso, Mark Seitz, no dudó en arrodillarse para rezar durante unos minutos en memoria de George Floyd, el afroamericano asesinado en Minneapolis que ha despertado la mayor oleada de protestas antirracistas desde la muerte de Luther King. Lo hizo en el parque más importante de la ciudad texana y pancarta en mano –’Las vidas negras importan’–, y acompañado de un grupo de sacerdotes de su diócesis.
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Este gesto ha trascendido hasta tal punto que ayer por la mañana, Seitz recibió una llamada de teléfono del papa Francisco. “Es un consuelo contar con su apoyo, escuchar al Santo Padre y saber que específicamente me dijo que estamos unidos en la oración mientras todos trabajamos para aumentar la paz y la justicia en el mundo, lo cual es nuestro mandato cristiano”, comentó el prelado a través de un comunicado.
Un imperativo
“Le dije al Papa que sentía como un imperativo mostrar nuestra solidaridad a los que sufren”, ha señalado Seitz. “También le dije lo honrado que estoy de servir a la gente de la Diócesis de El Paso y la Frontera”, apuntó sobre una de las diócesis norteamericanas con más presión migratoria.
Entre los sacerdotes que le acompañaban, se encontraba el padre Mike Lewis, que relata cómo simplemente “queríamos dar una señal de apoyo desde la oración para apoyar los esfuerzos por erradicar el racismo y a los manifestantes que pacíficamente están tratando de llamar la atención sobre este tema que no ha desaparecido, que no desaparecerá y por el que todos tenemos que trabajar”.