La hermana Winnie Mutuku, de la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl estaba sirviendo el almuerzo a 14 niños de la calle dentro del complejo de la Catedral del Inmaculado Corazón de la Diócesis de Kitale, Kenia, cuando recibió una llamada de un funcionario del gobierno. “Llamó y me dijo, ‘felicidades hermana Winnie. El presidente Uhuru Kenyatta le ha otorgado un reconocimiento estatal por su servicio durante la pandemia de Covid-19”, ha relatado la religiosa a ACI África.
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El funcionario del gobierno luego le envió una captura de pantalla de una lista que tenía 68 nombres de kenianos que habían demostrado liderazgo durante la pandemia, en la que había personal sanitario, periodistas y otras personas de diferentes profesiones a quienes se les había otorgado el Premio Uzalendo, la Orden Presidencial al Servicio.
Con este premio se pretende “reconocer y honrar a aquellos kenianos que han exhibido un servicio ejemplar, sacrificio, patriotismo, heroísmo y un alto sentido del deber cívico para ayudar a dirigir Kenia a través de la pandemia actual, en nombre de una nación eternamente agradecida”, dijo el presidente Kenyatta al anunciar la entrega de estos premios el pasado 1 de junio.
Una labor continua incluso en la pandemia
“Fue totalmente inesperado”, continúa la religiosa. “No estamos haciendo nada especial en las calles con los niños. Todo lo que hago como Hija de la Caridad no merece ningún reconocimiento del Estado”. Sin embargo, reconoce que le “intriga” quién pudo dar su nombre al Gobierno para que la tuvieran en cuenta para este premio.
Sin embargo, la hermana Winnie sí que hace una labor muy especial, ya que es la fundadora del proyecto Upendo Street Children (USC), una organización caritativa que trata de restaurar la dignidad de los niños sin hogar, empoderarlos en la educación y finalmente reunirlos con sus respectivas familias.Y no ha dejado de llevarla a cabo ni siquiera durante la pandemia, cuando la policía patrullaba las calles por las noches y maltrataba a los jóvenes que encontraba, provocando que tuvieran que dormir en el bosque que rodea la ciudad.