La Conferencia Episcopal Tarraconense respalda las protestas pacíficas de los trabajadores de Nissan, tras el anuncio del cierre de sus factorías en Barcelona. “Secundamos todas las acciones que, respetando los derechos de todos y por medios pacíficos, se lleven a cabo con el fin de buscar soluciones justas en el marco del bien común”, expresan los obispos catalanes a través de una nota de prensa en aras de una salida dialogada del conflicto abierto.
El escrito va más allá del hecho concreto de Nissan, para abordar las causas estructurales y llamar a la creación de un nuevo tejido industrial desde la colaboración público-privada, conscientes de que lo sucedido tanto en Cataluña como en Galicia con Alcoa pueden ser solo el principio.
Es la reflexión que nace ante la salida de la multinacional japonesa, que trae consigo el despido de más de 3.000 puestos de trabajo directos y más de 20.000 indirectos. Con el presidente del Episcopado Tarraconense al frente, Joan Planellas, muestran su solidaridad con los afectados y subrayan que “la Iglesia no puede permanecer insensible al dolor que sufre la sociedad, personas y familias, a consecuencia de coyunturas económicas y sociales”.
Con la Doctrina Social de la Iglesia, en la mano, los obispos critican que “los intentos de solución han llegado muy tarde” por lo que todo parece “insuficiente”. Aún así, no tiran la toalla y muestran su confianza “en el éxito de los esfuerzos realizados conjuntamente”.
Los prelados plantean cómo “las posibles salidas de la crisis no podrán realizarse sin el diálogo, el acuerdo y la colaboración de los tres ámbitos implicados en el fenómeno productivo: el trabajo, el capital y el poder político”.
En el escrito, los prelados van más allá del hecho concreto de Nissan para alertar de que el fenómeno de la deslocalización se ha forjado tiempo atrás como “resultado de todo un entramado de movimientos económicos, políticos y sociales en el ámbito internacional”. Sin embargo, admiten que la pandemia “ha acelerado las decisiones empresariales”. Es más, sugieren a empresarios y poderes públicos un plan de acción para evitar las letales consecuencias del cierre definitivo: “Se debe hacer, pues, un esfuerzo por parte de todos para mantener las fábricas allí donde están y buscar nuevas oportunidades para que éstas puedan consolidarse y sostenerse”.
Con la mirada puesta en la encíclica ecológica del Papa, Laudato si’, los obispos instan a desarrollar “iniciativas industriales respetuosas con el medio ambiente o de nuevos servicios con valor añadido, capaces de crear economía real y generar nuevos puestos de trabajo dignos”. Para los obispos, esto exige “un cambio de paradigma para que toda la sociedad participe activamente en el desarrollo y la realización de proyectos de futuro que tengan como base una industria más potente y con liderazgo, con la creación de sinergias internacionales”.
“Hacemos una llamada, pues, al trabajo conjunto de los investigadores, economistas, técnicos de todo tipo, etc., para que, junto con las administraciones, los empresarios, las universidades, el mundo civil y el sector público sean capaces de crear un tejido industrial que genere puestos de trabajo dignos y oportunidades para los más jóvenes”, expresan.
Desde ahí, proponen impulsar la colaboración entre “la iniciativa privada y la pública” para propiciar “un nuevo resurgimiento económico y social en el que todos puedan encontrar sus oportunidades”. En este sentido se reclama “construir puentes para que sean superados los recelos y las visiones excluyentes”.