Los obispos italianos, a través de una carta titulada ‘Homofobia, no se necesita una nueva ley’, han criticado el proyecto de Ley que actualmente está siendo estudiado por la Comisión de Justicia de la Cámara de los Diputados del país contra los delitos de homotransfobia.
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A través de este documento firmado por la presidencia de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), y comenzando con una frase de Francisco contra la exclusión (“No se gana nada con la violencia y se pierde mucho”), los prelados han condenado todo tipo de discriminación, “incluidas las basadas en la orientación sexual, constituyen una violación de la dignidad humana que, como tal, siempre debe respetarse en palabras, acciones y legislación”. Sin embargo, matizan que no ven necesaria la aprobación de una nueva ley, ya que “las disposiciones para la protección de la persona” ya están “contenidas en el sistema legal” italiano.
Contra la libertad de expresión
“Ya existen salvaguardas adecuadas para prevenir y reprimir cualquier comportamiento violento o persecutorio“, afirman los obispos. “Por el contrario”, continúan, “una posible introducción de nuevas normas incriminatorias correría el riesgo de abrir derivas liberticidas, de modo que, en lugar de sancionar la discriminación, terminaría golpeando la expresión de una opinión legítima, como lo enseña la experiencia de los sistemas jurídicos de otras naciones a las que ya se han introducido normas nacionales similares”.
Como ejemplo de esto, consideran que, sujeto a procedimientos penales, “aquellos que creen que la familia requiere que un padre y una madre sean tales, y no la duplicación de la misma figura, significaría introducir un delito de opinión”. Algo que, para los obispos, “limita la libertad personal, las opciones educativas, la forma de pensar y ser, el ejercicio de la crítica y la disidencia”.
Por todo ello, la CEI hace un llamamiento al diálogo y a la promoción de un “compromiso educativo en la dirección de la prevención seria, que contribuye a evitar y contrarrestar cualquier ofensa a la persona”. “No hay necesidad de controversia mutua o excomunión sobre esto, sino disponibilidad para una confrontación auténtica e intelectualmente honesta”, concluyen.