La hermana Nuala Kenny: cuando un sacerdote es el abusador se hace un “doble daño”, se produce un “asesinato del alma”

Imagen de archivo de sacerdotes y eucaristía/REGNUM CHRISTI

El pasado lunes, 8 de junio, la Unión Internacional de Superioras Generales con la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, el Centro para la Protección de Menores de la Universidad Gregoriana ha puesto en marcha una serie de 4 encuentros telemáticos para actualizar el compromiso de la Iglesia en la lucha contra los abusos durante la epidemia del coronavirus. Este ciclo se ha abierto con la reflexión de la religiosa y pediatra Nuala Kenny, de las Hermanas de la Caridad de Halifax, sobre la protección de los niños desde la perspectiva de Jesús.



“La protección de los niños, los jóvenes y los adultos vulnerables y la necesidad de una teología coherente de la infancia” ha sido el título de la propuesta a la que se han conectado más de 800 personas de todo el mundo.

“Asesinato del alma”

Kenny ha defendido la necesidad de una “cultura de la salvaguardia” para evitar que “las políticas y protocolos no sean efectivos”. Una protección para que los menores no sean objetos de abuso, de pornografía infantil, trabajo infantil, tráfico de niños, forzados a ser soldados… Algo en lo que la Iglesia ha “fallado continuamente en abordar las creencias y prácticas subyacentes” que propician el abuso y la negación de este.

Para la religiosa, la infancia es el período en el que la persona humana aprende a defender su propia vulnerabilidad, lo que hace que el abuso se multiplique y destruya a la persona. Por ello, Kenny ha destacado que cuando un sacerdote es el abusador, se hace un “doble daño”, se produce un “asesinato del alma”.

Por ello ha apelado a una sensibilidad especial en la familia y en la Iglesia para detectar estas situaciones. “Estamos llamados a hablar en contra de la injusticia”, especialmente cuando los vulnerables son el objetivo, reclamó. Para la monja, una auténtica actitud pro-vida es defender también a los vulnerables de esta ataque. Por ello, alabó la actitud de Jesús “y su amoroso cuidado y tacto hacia los niños”. “nosotros en la Iglesia de Jesús debemos proveer lo que Él proveería para sus hijos”, concluyó.

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