“Como sacerdote y como obispo, a veces te toca ir a comunidades donde no hay afroamericanos. Algunos se preguntan por qué estás ahí con ellos…”. Esto es el racismo.
-Buenos días, tengo una cita con el obispo. ¿Puede pasarme?
-No, porque soy yo (se ríe).
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Así comienza la conversación con Shelton J. Fabre, presidente de la Comisión contra el Racismo de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) y obispo de Houma-Thibodaux (Louisiana). Con todo el atrevimiento, le apodamos “el Martin Luther King de los obispos estadounidenses”. Exagerado o no, la realidad es que se trata de la voz más autorizada entre los prelados del país para hablar sobre esta lacra y pecado que infecta a la sociedad norteamericana y que ha devuelto la cuestión racial a la primera plana internacional tras el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía, que sí, era blanco.
Defender la vida
PREGUNTA.- Las imágenes del asesinato de Floyd son duras. ¿Ha podido ver la secuencia completa?
RESPUESTA.- Sí. Cuando comencé a verlo, lo hice esperando que el final fuera diferente, que le dejaran respirar. Ese final fue desgarrador. Me enfureció porque no podía creer lo que acababa de ver: otro ser humano cuya vida no se tenía en cuenta. Me encontré, una vez más, preguntándome a mí mismo qué podemos hacer para que este tipo de situaciones se conviertan en hechos del pasado.
P.- ‘Black lives matter’ –‘Las vidas negras importan’– es el lema que se ha hecho popular durante las protestas. ¿Qué deberían significar estas palabras para cualquier católico?
R.- El movimiento intenta transmitir que las vidas de la comunidad negra se están perdiendo por el racismo. Este lema debe hacernos examinar si tenemos en nuestra mente o en nuestro corazón alguna tendencia racista. Por eso, creo que este movimiento es motivo de esperanza también para los católicos. Para nosotros, todas las vidas importan. Pero, ahora, debemos prestar atención a un problema específico: el respeto a la vida de la comunidad negra. La realidad es que este eslogan es una oportunidad para que todos los católicos caigamos en la cuenta de que el racismo, que es un problema sistémico, está afectando a nuestros hermanos.
P.- Algunos creyentes son pro vida pero no condenan el racismo. ¿Está la comunidad católica en Estados Unidos concienciada contra el racismo?
R.- No se puede ser pro vida y no condenar el racismo. Esto es básicamente Doctrina Social de la Iglesia. Los católicos debemos denunciar todos los ataques a la vida, desde el aborto, a la pena de muerte o la eutanasia, pero sin olvidarnos del racismo. Debemos esforzarnos en defenderlos todos por igual. Definitivamente, no se puede defender la vida y no condenar el racismo.
P.- Estados Unidos vive la mayor oleada de protestas antirracistas desde la muerte de Martin Luther King. ¿Llegará la calma pronto? ¿Qué cambiará en la sociedad estadounidense?
R.- La calma llegará tan pronto como podamos cambiar nuestros propios corazones y esforzarnos por reconocer la dignidad humana de todas y cada una de las personas. La calma llegará cuando aceptemos que debemos ser activos para acoger un cambio necesario. La calma llegará cuando nos demos cuenta de que sin acción o sin mi participación, nada cambiará. Porque se trata de un problema que podemos erradicar entre todos en nuestro día a día. Todos y cada uno de nosotros debemos participar y actuar para aportar una solución al problema. Cuando hagamos todo esto, traeremos un cambio a la sociedad estadounidense, pero se necesitará un esfuerzo de todos para hablar contra el racismo y actuar contra el racismo.
P.- Uno de los momentos más emotivos de estos días de protestas es cuando manifestantes y policías se abrazan…
R.- Esas imágenes demuestran que realmente podemos entendernos unos y otros. ¡Hay esperanza! Manifestantes y policías han tomado la decisión de encontrarse y eso es una luz entre tanta oscuridad. Si nos dedicamos a enfrentar el problema de forma constructiva, hay esperanza.