El papa Francisco ha centrado hoy el ángelus en resaltar la indivisibilidad del efecto místico y comunitario de la eucaristía. Puntual un domingo más, el Pontífice se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico del Vaticano a las 12:00 horas para recitar la oración mariana junto a los pocos fieles que, con las necesarias medidas de distanciamiento, aguardaban en la plaza de San Pedro.
En la solemnidad del Corpus Christi, Francisco ha comenzado el efecto místico de la eucaristía. “Se trata de la unión con Cristo, quien se ofrece para la salvación de todos en pan y vino. Jesús está presente en el sacramento de la Eucaristía para ser nuestro alimento, para contagiar en nosotros esa fuerza renovadora que restaura la energía y el deseo de volver al camino, después de cada parada o caída. Pero esto requiere nuestra voluntad de dejar transformar nuestra forma de pensar y actuar; de lo contrario, las celebraciones eucarísticas en las que participamos se reducen a ritos vacíos y formales”, ha explicado.
Por otro lado, ha aludido al efecto comunitario. “Se trata de la comunión mutua de quienes participan en la Eucaristía, hasta el punto de convertirse en un solo cuerpo entre ellos, así como el pan que se parte y se distribuye es único. La comunión en el cuerpo de Cristo es un signo efectivo de unidad, de comunión, de compartir. No puedes participar en la Eucaristía sin comprometerte a una sincera hermandad mutua. Pero el Señor sabe bien que nuestra fuerza humana por sí sola no es suficiente para esto. De hecho, él sabe que entre sus discípulos siempre habrá la tentación de la rivalidad, la envidia, el prejuicio, la división… Por eso también nos dejó el sacramento de su presencia real, concreta y permanente, para que, permaneciendo unidos a Él, siempre podemos recibir el regalo del amor fraternal”, ha recalcado.
Para Jorge Mario Bergoglio, “este doble fruto de la Eucaristía: la unión con Cristo y la comunión entre quienes se alimentan de él, genera y renueva constantemente la comunidad cristiana”.
Tras el rezo del ángelus, Bergoglio giró su mirada hacia Libia. “Sigo con gran preocupación la dramática situación en Libia. Ha estado presente en mi oración durante los últimos días. Insto a las organizaciones internacionales y a quienes tienen responsabilidades políticas y militares a buscar un camino hacia el cese de la violencia, que conduzca a la paz, la estabilidad y la unidad en el país”, ha indicado, para luego afirmar que reza por “los miles de migrantes, refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos en Libia. La situación de salud ha agravado sus condiciones ya precarias, haciéndolas más vulnerables a las formas de explotación y violencia. Invito a la comunidad internacional a tomar en serio su condición, identificando caminos y proporcionando medios para garantizarles la protección que necesitan”.