El papa Francisco, la voz de los sin voz en África

Francisco acaricia el rostros de una bebé

La pobreza extrema, la dificultad de acceso a la educación, enfermedades como el VIH o los conflictos armados son solo algunos de las problemáticas a bajo las cuales millones de niños y niñas de África ven condicionado su futuro. Por eso, hoy, 16 de junio, se celebra el Día Internacional del Niño Africano, una jornada de reflexión y concienciación sobre esta realidad, sobre la que papa Francisco se ha mostrado en numerosas ocasiones especialmente preocupado.



De hecho, durante su viaje a Mozambique e Isla Mauricio en 2019, el Papa les mencionó en varias ocasiones a ellos, a los niños, como clave para la reconciliación y el futuro del país. En su visita al hospital de Zimpeto, en Maputo, abierto en 2002 por la Comunidad de Sant’Egidio para atender a personas con VIH. “Hoy, aproximadamente 100.000 niños pueden escribir una nueva página de la historia libres de VIH”, decía entonces Francisco, “además de tantos otros anónimos que hoy sonríen porque fueron curados con dignidad”.

“Que no os roben la alegría”

También en Mozambique el Papa tuvo un encuentro interreligioso con jóvenes en el Pabellón de Deportes de Maxaquene, donde les recordó que no solo son el futuro de Mozambique, tampoco de la Iglesia y de la humanidad”, sino que son “el presente que, con todo lo que sois y hacéis, ya estáis aportando lo mejor que hoy podéis regalar”. 

Por ello, a pesar de las dificultades y el dolor, Francisco pidió en aquella ocasión a los jóvenes y niños que no dejasen que nadie les robase la alegría. “No dejéis de cantar y expresaros de acuerdo a todo lo bueno que aprendisteis de vuestras tradiciones. Que no os roben la alegría. Hay muchas formas de mirar el horizonte, el mundo, el presente y el futuro. Pero es necesario cuidarse de dos actitudes que matan los sueños y la esperanza: la resignación y la ansiedad. Son grandes enemigas de la vida, porque nos empujan normalmente por un camino fácil, pero de derrota, y el precio que piden para pasar es muy caro. Se paga con la propia felicidad e, incluso, con la propia vida”.

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