“Una empresa que despide a un individuo simplemente por ser gay o transgénero está desafiando la ley”. Así aparece negro sobre blanco en la sentencia fallada ayer por el Tribunal Supremo de Estados Unidos, que releyendo hoy el Título VII de la ley de los derechos civiles de 1964, que prohíbe la discriminación en el lugar de trabajo, también consideran que impide despedir a trabajadores homosexuales por su orientación sexual.
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La sentencia, en favor de los derechos de la comunidad LGTBI, llega tras la denuncia de la fallecida Aimee Stephens, una persona transgénero de Michigan que fue despedida de la funeraria en la que trabajaba cuando comunicó que iba a empezar a ir vestida como una mujer.
“Profundamente preocupado”
El presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos –USCCB, por sus siglas en inglés–, José H. Gómez, ha sido contundente en un comunicado hecho público horas después: “Proteger de la discriminación no requiere redefinir la naturaleza humana”.
“Estoy profundamente preocupado de que la Corte Suprema haya redefinido el significado legal de ‘sexo’ en la ley de derechos civiles de nuestra nación. Esta es una injusticia que tendrá implicaciones en muchas áreas de la vida”, agrega el arzobispo de Los Ángeles.
Para el prelado hispano, “al borrar las hermosas diferencias y la relación complementaria entre el hombre y la mujer ignoramos la gloria de la creación de Dios y dañamos a la familia humana, la base fundamental de la sociedad”.