Este 20 y 21 de junio tendrá lugar una inédita iniciativa virtual que reunirá a cien cantautores católicos, quienes a través de su música buscan sembrar la certeza de que Dios está presente en este momento que vive la humanidad a causa de la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19.
La iniciativa, que lleva por nombre ‘Cien cantautores católicos unidos por una sola causa’, es impulsada por un equipo encabezado por el cantautor poblano Agustín Domínguez, y reúne a músicos “emergentes” tanto de México como de América Latina.
Gabriel López, músico productor de la Arquidiócesis de Toluca y quien forma parte del equipo organizador, explicó en entrevista para Vida Nueva que las presentaciones serán vía Facebook Live, a través de la página La casa de Agus.
“Cada día habrá 13 horas ininterrumpidas de conciertos, de las 9:00 am a las 10:00 pm, y cada uno de los participantes tendremos aproximadamente unos 15 minutos para entregar el alma en nuestra música, haciendo presente al Señor Jesús en este areópago digital, y alimentado la fe y la esperanza de nuestra Iglesia”.
Al igual que la música comercial –explica Gabriel López– la industria de la música católica se detuvo a causa de la pandemia, y “sin los grandes escenarios, la audiencia comenzó a buscar experiencias más orgánicas e interactivas en las redes, para participar en tiempo real de la adoración, la alabanza y el encuentro con Dios y con otros hermanos de fe”.
En este contexto, músicos católicos, con muy bajos costos de producción, se lanzaron a las redes sociales desde el primer día de la contingencia sanitaria, “con una oferta musical de buena manufactura, con temáticas actuales, con mayor interacción con los usuarios, a fin de mantener la llama de la fe y la esperanza ante el cierre de los templos”.
Para Gabriel López, esto ya ha provocado modificaciones en los hábitos de consumo musical, “pues las personas que hasta hace pocos días consumían videoclips de gran presupuesto de sus artistas católicos favoritos, empezaron a disfrutar, desde casa, conciertos de músicos desconocidos, con todas las limitantes de producción, pero con la novedad de una oración y una interacción en tiempo real”.
Quienes participarán en “Cien cantautores católicos unidos por una sola causa” son cantautores que, pese a que no tienen fama ni grandes presupuestos, no han parado de aportar a la evangelización y participar en la liturgia, con letras originales, con sus estilos propios y con la diversidad de sus carismas.
Participan tanto nuevos talentos como músicos con trayectoria, entre ellos: Luis Alfredo (España), Carlos Seoane (Argentina), Cristóbal Azamendia (Paraguay), Karla Castillo (Panamá), Josie Emilia Díaz (República Dominicana), Ecos (Colombia), Carmen Migdalia (Puerto Rico), Sandro Duda Dasilva (Brasil), Lorena Peñalba (Estados Unidos), de México Agustín Domínguez (Puebla), Martin Reyes (Monterrey) y muchos más.
“La música no resuelve los problemas, pero acompaña la fe de los hermanos, provoca catarsis para reducir la presión y nos da sentido de pertenencia, pues cuando cantamos juntos sabemos que le pertenecemos a Dios, y que Dios pelea nuestras batallas, cuando cantamos oramos, y en este tiempo, nuestra oración es un clamor al cielo, clamamos misericordia”, explica Gabriel López.
Además –añadió– ahora que hay restricciones para los besos, los abrazos y las caricias, el poder de la palabra, de la poesía y de la música son las nuevas alternativas para expresar el amor y la esperanza.
Consideró que en este tiempo de crisis “urgen canciones que detengan las balas de la desesperanza y letras que sean bálsamo contra el enardecimiento social. Carecemos de piezas musicales audaces que provoquen el diálogo, el encuentro y la construcción de la paz; nos hacen falta canciones que, sin sonar a un bobo estribillo publicitario, nos acerquen genuinamente como humanidad”.
Finalmente, recordó que grandes obras musicales fueron escritas en momentos dramáticos de la historia: “La Marsellesa”, en la Revolución Francesa; “Bésame Mucho” en la II Guerra Mundial; “Hazme un instrumento de tu paz”, en una epidemia de Lepra en Asís, Italia.