Los buenos obispos deben ser “puentes” para ejercer de “intermediarios” entre Dios y su pueblo. Es el consejo que dio el papa Francisco este miércoles durante la audiencia general que presidió en la biblioteca del Palacio Apostólico, como es habitual desde que comenzó la pandemia del coronavirus. Continuando con su ciclo de catequesis sobre la oración, el Pontífice centró su meditación en cómo rezaba Moisés, al que puso como ejemplo a seguir para los obispos pues “no vendió a su gente para hacer carrera” y actuó como “intercesor” entre Dios y su pueblo.
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En sus saludos en los distintos idiomas al final de la audiencia general, Jorge Mario Bergoglio comentó que este miércoles se celebra el Día de la Conciencia. Se trata de un evento inspirado en el testimonio del diplomático portugués Aristides de Sousa Mendes, que salvó la vida de miles de judíos y otros perseguidos durante la ocupación nazi de Francia en la Segunda Guerra Mundial, aunque su actitud supuso su expulsión de la carrera diplomática durante la dictadura de Salazar. “Que pueda siempre y en todo lugar ser respetada la libertad de conciencia”, pidió el Papa, invitando a los cristianos a “dar ejemplo de coherencia con una conciencia recta e iluminada por la Palabra de Dios”.
Grandeza de los pastores
En su catequesis, Francisco dijo que Moisés fue el “encargado por Dios de transmitir la Ley a su pueblo, el fundador del culto divino y el mediador de los misterios más altos”, pero no por ello dejó de mantener “vínculos estrechos con su pueblo, especialmente en la hora de la tentación y del pecado”. Siempre estuvo ligado a su pueblo, del que nunca perdió la memoria. “Y esta es una grandeza de los pastores: no olvidar al pueblo, no olvidar las raíces. Es lo que dice Pablo a su amado joven obispo Timoteo: ‘Acuérdate de tu madre y de tu abuela, de tus raíces, de tu pueblo’”.
Moisés, continuó el Papa, fue un hombre como cualquier otro. “Dios le confió grandes responsabilidades y, a pesar de ellas, supo mantener lazos de solidaridad con su pueblo. Moisés era tan amigo de Dios que hablaba con Él cara a cara; y siguió siendo tan amigo de los hombres que tenía misericordia por sus pecados e rezaba por ellos. Su oración era de intercesión, siendo esta la plegaria de los verdaderos creyentes, que a pesar de sus fragilidades tratan de ser “puentes” entre Dios y su pueblo”, dijo.