Si hay una canción iconográfica que capte en sí misma toda la esencia de lo que supuso la II Guerra Mundial fue el ‘We’ll meet again’ (‘Nos volveremos a ver’), de Vera Lynn, la artista británica que acaba de morir a los 103 años y que se ganó el apelativo de “la novia de las fuerzas armadas” al recorrer incansablemente el frente para animar a los soldados aliados en su lucha contra los nazis.
Personaje incombustible, estuvo cantando hasta superados los 90 años y se entregó hasta el final a todo tipo de iniciativas caritativas. Una vena solidaria que mostró al mundo en su juventud, cuando fue más allá de lo que se suponía en una estrella de su categoría y se empeñó en acompañar durante largas semanas a los soldados británicos, y en puntos peligrosos y lejanos, como Egipto, la India o Birmania, donde estuvo hasta cuatro meses y fue porque “quería estar donde más se necesitaba”.
El imaginario colectivo mantiene con toda su fuerza lo que se vivió hace ocho décadas, cuando Vera Lynn enardecía a los soldados, agotados y llenos de miedo en el conflicto que más vidas se ha cobrado en la historia de la humanidad, con los versos de su eterna canción, que apelaba a aferrarse a la alegría de vivir para poder superar aquel tiempo de tinieblas: “Nos encontraremos de nuevo, no sé dónde, no sé cuándo, / pero sé que nos volveremos a ver en algún día soleado. / Sigue sonriendo como siempre lo haces, / hasta que los cielos azules alejen las nubes oscuras”.
Además, de ella se recuerda que siempre se negó a vivir con privilegios en el frente,compartiendo las mismas y duras condiciones que las tropas. De ahí que, cada vez que recordaba aquella época, siempre se mostrara emocionada: “Siempre me pregunto cuántos de esos niños regresaron a casa”.
Fuera abrazando a los suyos al abrirles las puertas de casa o fuera al cerrar los ojos para siempre heridos de muerte por una bala traicionera, seguro que muchos de esos “niños” llenos de miedo pensaran por un momento en Vera Lynn y en su promesa: “Nos volveremos a ver”.