Isabel Celaá, hay una carta para usted… La escuela católica escribe en Vida Nueva un decálogo de medidas para la vuelta a las aulas en septiembre dirigido a la ministra de Educación, en el que las entidades cristianas buscan, de forma propositiva, sumar en pro del alumnado, aun cuando, pese a la inclusión de la educación dentro de la Comisión para la Reconstrucción del Congreso de los Diputados, el ansiado pacto educativo parece que seguirá en cuarentena.

1. Claridad, coherencia y equidad

José María Alvira, secretario general de Escuelas Católicas

Para la vuelta al colegio, consideramos básicas varias actitudes por parte del Ministerio de Educación.

  • En primer lugar, comprensión de la situación que están viviendo los niños y jóvenes. En este sentido, nos parece adecuado el criterio general de que la vuelta se haga en las fechas habituales y que sea presencial.
  • En segundo lugar, prudencia; es decir, siempre atentos a las indicaciones de Sanidad, así como a los requerimientos razonables del profesorado, del personal de los colegios y de los padres de los alumnos.
  • En tercer lugar, claridad en las orientaciones, sin contradicciones de una semana a otra, sin “ocurrencias” más o menos disparatadas sobre distancias entre alumnos o uso de medios protectores.

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2. La importancia de la asignatura de Religión

Alfonso Carrasco Rouco, presidente de la Comisión de Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal Española

El bien que persigue la educación es la formación integral de la persona. Esta es la razón fundamental por la que no puede excluirse del ámbito escolar la educación de la dimensión moral y religiosa, de modo que la persona pueda crecer como sujeto responsable y libre. En este ámbito de conocimientos se sitúa la asignatura de Religión, como es habitualmente reconocido en los sistemas educativos europeos.

Querría insistir en que esta asignatura no puede plantearse de manera ajena a la identidad cultural, moral y religiosa de la persona concreta; pues esta identidad forma parte esencial de la realidad a cuyo conocimiento la escuela ha de introducirla. Conocer y comprender la propia realidad es el método adecuado para poder actuar luego con libertad.

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3. Todos los niños tienen que estudiar

José María Felices Grassa, vicepresidente de SM

Parece que esta afirmación es totalmente obvia. Lo que ocurre es que en estos tiempos de coronavirus esto no ha sido tan evidente. La brecha digital, la infraestructura familiar, las habilidades de los docentes y la capacidad de los alumnos ha generado serias dificultades. Tanto que han puesto en tela de juicio la afirmación primera.

Los docentes han hecho un esfuerzo enorme en ponerse al corriente con las herramientas informáticas en muy poco tiempo. Los alumnos han recibido un aluvión de tareas por distintos medios y con distinta calidad de un día para otro con la obligación de responder, entender y asimilar. Las familias han tenido que desdoblarse en su teletrabajo, en la atención de sus hijos, en el cuidado del hogar y en atender la vida familiar. De esta manera parece que “todos los niños no han podido estudiar”.

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4. Recuperar la igualdad social

José Luis Corzo, SchP, director de la Revista Educar (NOS)

Señora, creo que usted me entenderá bien, pues agradecí lo que nos dijo en el IV encuentro nacional a favor de los que fracasan o abandonan la escuela convocado por las Escuelas de 2ª oportunidad (E2O), por cierto, de iniciativa privada y altruista: deben recuperar la igualdad social (2 de abril de 2019). Pues esa es la razón de ser de los diez años de enseñanza obligatoria: corregir la desigualdad y compensar a los últimos para que la democracia sea real, y no suministrar competencias-para-competir desde pequeñitos. La escuela básica –no la superior ni la universitaria– es compensatoria por esencia del saber necesario y de la mínima socialización.

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5. Una correcta formación integral de nuestros hijos

Pedro José Caballero, presidente de la Confederación Católica de Padres de Familia y padres de Alumnos (CONCAPA)

En la situación actual en la que nos encontramos, generada por la pandemia del COVID-19, se reabre nuevamente el debate sobre volver o no volver a las aulas en septiembre. Desde CONCAPA siempre hemos defendido la incorporación de los alumnos a las aulas en septiembre, siempre que se garanticen las medidas sanitarias necesarias para que esa incorporación sea lo más segura posible.

Esa seguridad, en la actualidad, solo se puede garantizar con test masivos y periódicos a toda la comunidad educativa –alumnos, profesores y personal–. Es una responsabilidad de las autoridades sanitarias y educativas y no pueden eludir dicha responsabilidad. Nos gustaría que esa incorporación del alumnado al centro fuera de forma presencial, garantizando esa seguridad, y si fuese necesario complementar con formación telemática.

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6. Contar con el profesorado

Francisco Javier Muñoyerro García, secretario general de la Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza (FSIE)

Desde FSIE queremos una vuelta a la enseñanza presencial segura para los trabajadores y el alumnado, siendo la prioridad absoluta su salud. Para ello el Ministerio de Sanidad debe determinar, de forma clara y concreta, cuándo y cómo hacerlo, definiendo los protocolos de seguridad e higiene que deben cumplir todos los centros. Además, el Ministerio de Educación y las distintas comunidades autónomas deben fijar de manera homogénea las medidas de carácter organizativo del próximo curso 2021/2022 y, a tan solo dos meses de su inicio, nada de esto se ha hecho y volveremos a tener criterios diferentes en cada una de las comunidades.

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7. Integrar para seguir siendo lo que somos

Teresa Romo Tejedor, secretaria ejecutiva de la Fundación Educación Católica (FEC)

Después de estos meses de adaptación trepidante y de seguimiento personalizado a todo el alumnado, una de las apuestas de la escuela católica es seguir trabajando por ser centros educativos integradores, seguir siendo escuelas abiertas en el más amplio sentido de la palabra. La integración conforma nuestro ADN: integración de culturas, de sensibilidades, de ideologías, de necesidades educativas especiales… integración que hace posible que la diversidad siga siendo siempre una riqueza que da un valor insustituible a nuestra escuela.

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8. La Universidad no cierra

Carmen Fernández de la Cigoña, directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia

La situación a la que nos ha llevado el COVID-19 ha obligado a la comunidad universitaria a replantear sus modos de hacer para que no nos viéramos paralizados. Pero la Universidad no cierra. Desde el CEU San Pablo realizamos un proceso de adaptación digital para hacer frente a esta situación. Desde el mismo momento en que se decretó el “cierre”, comenzamos a impartir nuestras clases online. Hemos hecho frente a este segundo semestre del curso atendiendo a todos nuestros alumnos y generando entre los profesores y el personal un clima de cooperación y superación, que ha hecho posible que nuestra labor continuara.

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9. Toda la comunidad educativa por la FP

Isidoro Gil, director pedagógico de FP de Salesianos Aranjuez

La situación ideal sería volver en presencial, tal como lo hicimos en septiembre del 2019, la realidad es que probablemente las medidas de seguridad sanitarias nos obliguen a respetar distancias y, por tanto, no podamos estar todos a la vez en el centro. Es una labor de toda la comunidad educativa prepararnos para este escenario, ser flexibles y eficaces con los recursos que disponemos.

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10. No dejan a nadie atrás

Maitane Campos Sainz, ecónoma general de la Juventud Estudiante Católica (JEC).

La Juventud Estudiante Católica (JEC), como movimiento joven, cristiano y militante desde el estudio, le pide a Isabel Celaá que esto cambie a partir de septiembre o en futuros confinamientos si los rebrotes previstos se cumplen. También proponemos que los centros educativos no sigan estando al servicio de este sistema que oprime y mata, a pesar de que su vocación no puede distar más de esta postura.

No podemos volver a permitir que la experiencia de estudio, con todo lo que esta conlleva más allá de lo estrictamente académico, esté supeditada a que en casa haya una buena conexión a internet o dispositivos para todas y todos, a que los padres y madres puedan acompañar a sus hijas e hijos en su proceso educativo, ya sea por tiempos, conocimientos, capacidad, etc. o que quedarse en casa suponga para los y las estudiantes más vulnerables no tener un plato en la mesa.

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