La basílica de la Sagrada Familia ha celebrado hoy, 19 de junio, festividad del Sagrado Corazón de Jesús, la primera misa tras el confinamiento por la pandemia del Covid-19. Una eucaristía en la que, tal como informa EFE, el cardenal Joan Josep Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal, ha pedido “descanso eterno y luz perpetua” para las víctimas del coronavirus.
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La misa se ha celebrado con aforo reducido, y tanto feligreses como sacerdotes han usado mascarillas. Además, la distancia social se ha respetado en todo momento tanto en los bancos como en el altar. Omella, por su parte, ha querido “en medio del dolor” por tantas pérdidas, “felicitar a los que han dedicado esfuerzo y tiempo y energías a ayudar a los contagiados”, en referencia al sector sanitario.
El cardenal ha destacado, asimismo, que estas semanas “ha habido mucha solidaridad” y ha recordado que “solo el amor salvará a la humanidad”. “Gracias padre porque aún hay muchos corazones como el de tu hijo que se conmueven por el dolor, la enfermedad y la falta de recursos básicos”, ha dicho el purpurado. Además, en la eucaristía se ha agradecido su tarea a los sacerdotes que celebran 25 y 50 años de ministerio, como es, en este segundo caso, el de Omella.
“Un día de alegría”
En declaraciones hechas a EFE antes de que diera comienzo la celebración, el rector de la basílica y la parroquia de la Sagrada Familia, Josep Maria Turull, ha afirmado que “pese a todo, hoy es un día de gran alegría por celebrarse la primera misa tras el confinamiento” en el templo.
La próxima eucaristía se celebrará el 28 de junio, con motivo de la ordenación de cinco sacerdotes. En julio se celebrarán de nuevo eucaristías para agradecer a los que han estado “en primera línea”, así como para los ciudadanos de Barcelona que quieran disfrutar del templo. Sin embargo, la misa para la que se prevé más asistencia –siempre dentro de lo permitido por las medidas de seguridad– es la del 26 de julio, el día de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús, ya que con el simbolismo de los “abuelos” tendrá lugar la gran eucaristía dedicada a todos los difuntos por el coronavirus.