Raúl Diego, tutor de Primaria y coordinador TIC de los Salesianos de Santander, reconoce que en el colegio han tenido la suerte de que, durante el estado de alarma, los niños hayan tenido dispositivos que les han permitido, desde su casa, seguir con cierta normalidad unas clases que han pasado por una desestructuración del horario.



Las agrupamos en proyectos de dos horas, dos veces al día, haciéndolo más flexible para que los niños no tuvieran que estar conectados cinco horas a cinco materias distintas”, explica Diego. Esta es, tal vez, la primera pequeña “revolución” que se hizo en la metodología del centro. Pero no la única.

Creadores de contenido

Por otra parte, desde el colegio han querido fomentar en todo momento que los niños no sean únicamente consumidores de contenido, sino también creadores. “Gracias al plan de competencia digital que tenemos, han podido seguir el ritmo perfectamente”, afirma. Pero, si en algo han querido innovar en este centro salesiano ha sido, tal vez, en lo más básico de todo lo que significa la experiencia educativa: el contacto con compañeros y con los profesores. Que el vínculo, a pesar del confinamiento, no desapareciese.

“Para mí es importante que niños tan pequeños”, dice Diego, que da clase a 5º de Primaria, “no perdiesen la relación con sus compañeros”. “Podíamos seguir creando contenido y apostando por una enseñanza online, ya que los niños tenían los recursos, pero hay algo que nunca nadie podrá suplantar, que es el contacto humano”, subraya. Ante esta circunstancia, el profesorado entendió que eran necesarios espacios virtuales, ya que “una de las cosas que los pequeños más valoran es el trabajo en grupo y los espacios de interrelación”.

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