El escritor Carlos Ruiz Zafón ha muerto este 19 de junio en Los Ángeles, donde vivía desde que iniciara su carrera literaria. Un cáncer se le ha llevado con tan solo 55 años, pero su nombre queda ya para siempre asociado a la memoria de la cultura en español, llegando sus libros a millones de lectores en todo el mundo.
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Aunque Ruiz Zafón nunca se posicionaba sobre la religión como tal, de lo que no hay duda es de que soñaba con que todos los hombres ahondaran en sí mismos y ensancharan su alma, algo solo posible desde la huida de la rigidez en el juicio y el corazón abierto.
Libros con alma
Significativamente, la mayoría de sus obras más conocidas tienen alguna resonancia que evoca lo espiritual: ‘El juego del ángel’, ‘El prisionero del cielo’, ‘El laberinto de los espíritus’… Sin olvidar esta frase de su obra más reconocida, ‘La sombra del viento’, y que hoy tantos están citando en los homenajes hacia su persona: “Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él”.
“Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él.” La Sombra del Viento
Hoy ha fallecido Carlos Ruiz Zafón, en Los Ángeles, a causa de un cáncer. Seguiremos soñando con cada palabra que escribió. pic.twitter.com/NvmlJEruPI— Carlos Ruiz Zafón (@ZafonOficial) June 19, 2020
Con todo, el mejor ejemplo de su espíritu generoso, abrazara o no trascendencia alguna, se resume en esta genuina declaración de intenciones: “La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo solo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer de menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu, mente y redaños. Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos, porque su alma nunca les pertenecerá”.