Francisco en el ángelus: “El coronavirus ha puesto de manifiesto la necesidad de proteger a los refugiados”

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Tres son las situaciones a las que deberán enfrentarse los discípulos cuando son enviados por el Maestro a proclamar el Reino de Dios. Advirtiéndoles de las adversidades que les esperan, Jesús les invita a no tener miedo y a ser fuertes y confiados frente a los desafíos de la vida. Y sobre ello ha querido reflexionar el papa Francisco, este 21 de junio a la hora el ángelus, recordando el pasaje evangélico correspondiente a la liturgia dominical incluido en el denominado “discurso misionero” (cf. Mt. 10, 26-33).



La primera de esas circunstancias adversas es “la hostilidad de quienes desean silenciar la Palabra de Dios, endulzarla o silenciar a quienes la anuncian”, ha comentado Bergoglio. Ante tal situación, “Jesús anima a los apóstoles a difundir el mensaje de salvación que les ha confiado”. Hasta ahora, lo habían “transmitido con precaución, casi en secreto”, ha recordado el Papa, pero en adelante deberán hacerlo “a la luz”, “desde las terrazas”, es decir, anunciar “públicamente su Evangelio”.

Los misioneros de Cristo deberán enfrentarse también a “la amenaza física”, “la persecución directa de su pueblo, hasta el asesinato”. Una profecía que se ha hecho “realidad dolorosa” en todo momento, pero que “da testimonio de la fidelidad de los testigos”. Todos esos cristianos perseguidos hoy, “si sufren por el Evangelio y con amor, son los mártires de nuestros días”. Sin embargo, siguiendo la recomendación del propio Jesús, “no debemos asustarnos frente a quienes intentan extinguir la fuerza evangelizadora con arrogancia y violencia”, ha animado Francisco. “El único temor que debe tener el discípulo –ha añadido– es perder este don divino, renunciando a vivir según el Evangelio y obteniendo así la muerte moral, el efecto del pecado”.

Hay una tercera prueba a la que se enfrentarán los Apóstoles: el sentimiento que podrán experimentar algunos de que “Dios mismo les ha abandonado, permaneciendo distante y en silencio”. También aquí, el Señor “nos exhorta a no tener miedo, porque, a pesar de pasar por estas y otras trampas, la vida de los discípulos está firmemente en manos de Dios, quien nos ama y nos mantiene a salvo”, ha insistido el Pontífice. Y no se trata de “una simple exhortación para recuperar la fuerza y ​​el coraje frente a las tribulaciones y los peligros”, ha matizado. “Es una certeza de que el Padre nos cuida, porque nuestro valor es grande a sus ojos“.

Refugiados y medio ambiente

Concluida la plegaria mariana desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico, Francisco ha compartido con los fieles y los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro un último sentimiento a propósito del Día Mundial de los Refugiados, celebrado ayer por las Naciones Unidas. “La crisis causada por el coronavirus ha puesto de manifiesto la necesidad de garantizar la protección necesaria también para los refugiados, para garantizar su dignidad y seguridad”, ha reivindicado, al tiempo que ha invitado a unirse en oración “por un compromiso renovado y efectivo de todos a favor de la protección efectiva de cada ser humano, en particular de aquellos que se han visto obligados a huir debido a situaciones de grave peligro para ellos o sus familias”.

No ha querido olvidarse tampoco el autor de Laudato si’ de “otro aspecto sobre el que la pandemia nos ha hecho reflexionar”: la relación entre el hombre y el medio ambiente. “El confinamiento ha reducido la contaminación y ha redescubierto la belleza de muchos lugares libres de tráfico y ruido. Ahora, con la reanudación de las actividades, todos deberíamos ser más responsables del cuidado de la Casa común”, ha advertido, amén de alabar las diversas iniciativas que en todo el mundo van en esta dirección.

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