Con un saludo “a todas las familias de cualquier región de Colombia”, que a través del Canal RCN se unen domingo a domingo a la celebración televisada de la Eucaristía, el arzobispo de Bogotá, Luis José Rueda, inició su homilía en la que se refirió a la paternidad biológica, psicológica y espiritual de los papás –a propósito de la celebración del Día del Padre–, al tiempo que recordó a los sacerdotes, párrocos, capellanes y directores espirituales “que acompañan como padres espirituales misioneros a sus comunidades”.
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos de la revista en tu email
¡No tengan miedo!
Desde la Capilla del Sagrario, en el centro de Bogotá, el arzobispo de Bogotá destacó que en la liturgia de la Palabra, “en el capítulo 10 [del Evangelio] de san Mateo, nos dice tres veces ‘no tengan miedo’, y nos invita a ser misioneros”. En este sentido recordó que “todos los bautizados, hombres y mujeres, somos profetas, sacerdotes y reyes“, e hizo un llamado “tanto a los sacerdotes como a los padres de familia, cada uno en su hogar: no tengan miedo, sean profetas, sean profetas anunciadores de la Palabra de Dios”.
Esta misión no solo corresponde a los sacerdotes –insistió Rueda–, pues también debe ser asumida por los padres de familia, “porque usted, querido papá, también es bautizado, usted tiene un pequeño rebaño, una Iglesia doméstica que es su familia“, dijo el arzobispo.
Defensores de la vida
“El profeta es el que habla en nombre de Dios”, matizó el pastor, advirtiendo que “el profeta no es el que adivina el futuro, sino el que habla con palabra llena del Espíritu Santo para fortalecer el camino de su pequeño rebaño”. Y repitió: “no tengan miedo de ser profetas, papás; no tengan miedo de ser profetas, sacerdotes, defensores de la vida, anunciadores del Evangelio”.
Rueda también se detuvo en las palabras del Señor: “no tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. Más allá del pesimismo, “con los pies puestos en la tierra, recordándonos que vamos a morir”, para el arzobispo de Bogotá el mensaje del Evangelio en este día “nos está diciendo: no tengan miedo a esa muerte biológica que termina nuestro peregrinar, tengan miedo si nos mataran la esperanza, la fe, el amor puesto en Dios y la confianza en el Señor“.
“Queridos sacerdotes, queridos padres de familia, sepan que la hermana muerte, como dice Francisco [de Asís] nos visitará en algún momento (…), pero no será vencedora de nuestro caminar porque tenemos la vida que el Señor nos ofrece”, agregó el pastor.
Finalmente, el arzobispo recordó que “un papá vale mucho, un sacerdote vale mucho, una mamá vale muchísimo, un hijo, una hija”, a pesar de sus limitaciones y defectos, por tanto “no tengan miedo, el padre Dios los ama, porque ustedes valen mucho a los ojos de Dios”.
Firmes en la fe
Cuando el número de casos confirmados en Colombia llega a 65.633 y los fallecidos por coronavirus suman 2.126, Rueda Aparicio no dejó de expresar su cercanía a las familias que en estos días han perdido a algún ser querido: “le pido al Señor que les dé el consuelo y la fortaleza para luchando, orando, trabajando“. Asimismo, a quienes tienen algún familiar enfermo los alentó “a mantenerse firmes en la confianza del Señor, sin perder nunca la esperanza”.
Al concluir la celebración eucarística, y antes de impartir su bendición, consagró a los padres y a las familias al Inmaculado Corazón de María y puso bajo la protección de la Virgen a los más necesitados, especialmente a quienes no tienen trabajo por estos días:
¡Oh Virgen María!, reina de las familias,
queremos consagrar a tu Purísimo Corazón,
la vida y misión de los papás,
que tengan sabiduría, humildad, salud y alegría.
Que nuestra casa, como la tuya de Nazaret,
con la presencia de San José,
llegue a ser un taller de paz y de oración.
¡Que nos amemos todos como Cristo nos enseñó!
Que defendamos la vida y aprendamos el perdón.
Que dialoguemos con respeto y cultivemos la ternura.
Te pedimos por los papás todos los días,
concédeles un empleo digno y el don de la salud,
líbralos de todo mal y peligro de alma y cuerpo,
guárdalos dentro de Tu Corazón Inmaculado,
y a los que ya murieron llévalos a la casa de Dios Padre.
Dígnate, Madre nuestra, transformar nuestro hogar en un pequeño templo, iglesia doméstica,
consagrados todos a tu Corazón Inmaculado.
¡Corazón Inmaculado de María, acompáñanos!
¡Corazón Inmaculado de María, protégenos!
¡Corazón Inmaculado de María, santifícanos!
Amén.