España

El enjambre católico de la nueva normalidad: la desigualdad de las autonomías se traslada a las iglesias





La nueva normalidad trae consigo cierta desigualdad a la hora de vivir la fe en el día a día para los creyentes españoles. La decisión del Gobierno central de delegar en las autonomías la regulación de la vida cotidiana toda vez que ha terminado el estado de alarma provoca ya situaciones tales como que en Valencia se prohiban las procesiones y las misas en exteriores. O que en Madrid y Galicia estén prohibidos los coros y sí se permitan en Castilla y León y Andalucía. Así lo recogen los diferentes boletines regionales, que difieren de forma notable de las restricciones más allá del criterio común establecido por Moncloa del uso generalizado de mascarillas, las distancias sociales de metro y medio, el aforo limitado al 75 por ciento y la desinfección constante de espacios y de participantes en las celebraciones.



En el informe elaborado por la revista Vida Nueva, se contempla cómo todas las autonomías, salvo la Comunidad Valenciana, dan vía libre a que se celebren eucaristías en el exterior, romerías y procesiones. En algunos de estos boletines regionales, se especifica además que serán las autoridades municipales las que tendrán la última palabra para dar el visto bueno.

Canto limitado

En otro orden de cosas, algunos Ejecutivos autonómicos aterrizan en asuntos tan concretos como la autorización o no de coros en las ceremonias. Así pues, solo se prohíben en Aragón, Castilla-La Mancha, Madrid y Extremadura. En Valencia se apunta que “se han de evitar” y en Navarra se detalla que “no se recomiendan los coros en las celebraciones en espacios cerrados y, en todo caso, deberá mantenerse la distancia interpersonal de 1,5 metros en espacios abiertos”.

Por ejemplo, en el caso de los entierros en exterior, la horquilla es amplia entre unas zonas de España y otras, que van desde los 50 asistentes en la exequias madrileñas a las 75 personas de la comitiva fúnebre que marcan regiones como Galicia o Baleares, hasta aquellas que no incluyen restricción alguna como Navarra y Asturias.

Sin limitaciones

El más liviano de todos los decretos publicados es el de la Generalitat de Cataluña que ni tan siquiera aborda el hecho religioso por lo que se sobrentiende que no hay limitaciones más allá de las genéricas para otras actividades sociales. En cambio, en todos los boletines que sí cuentan con un apartado específico al culto religioso sí se especifican cuestiones tales como el veto al uso de agua bendita.

En Valencia, no solo no habrá coros en la nueva normalidad, sino que también habrá misas al aire libre ni procesión alguna. “No se podrá utilizar el exterior de los edificios ni la vía pública para la celebración de actos de culto”, detalla el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana, que mantiene la prohibición que ya se recogía en los decretos nacionales de la desescalada y que motivo una queja de la Conferencia Episcopal al ministro de Sanidad Salvador Illa, tal y como desveló Vida Nueva. El Gobierno regional de Ximo Puig deja a los valencianos sin las eucaristías en espacios abiertos en la zona de costa, habituales en parroquias cercanas a la playa, precisamente para evitar aglomeraciones en el interior de los templos y, por tanto, reducir el riesgo de contagio.

Competencia diocesana

A partir de ahí, las diferencias se multiplican, no solo por los protocolos establecidos por las comunidades autónomas, sino porque no habrá una normativa general de la Conferencia Episcopal como sí existió durante la cuarentena y en la desescalada. La decisión política de descentralizar ha llevado a que cada obispo aterrice las medidas regionales a su diócesis. De esta manera se elaborarán hasta 70 reglamentos diferentes -salvo que se agrupen algunos obispados en provincias eclesiásticas para tener criterios comunes- sobre cómo vivir la eucaristía y de qué manera se llevarán a cabo las demás actividades celebrativas y pastorales.

En cambio, los andaluces sí podrá ir de romería o celebrar las misas de sus patrones en las explanadas de las parroquias y catedrales con los correspondientes permisos locales, como sucedía antes del estado de alarma.  “La utilización del exterior de los edificios o de la vía pública para la celebración de actos de culto deberá ser aprobada por la autoridad municipal correspondiente, y deberán establecerse las medidas necesarias para procurar mantener la distancia de seguridad interpersonal o, en su defecto, la utilización de medidas alternativas de protección física con uso de mascarilla”, explicita el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía del viernes 19 de junio.

Así pues, los católicos españoles tendrán que adaptarse según el lugar donde residan o donde acudan de vacaciones. La diócesis de Soria ha sido una de las primeras en dar un paso al frente en este sentido, con un detallado protocolo. Entre las medidas más destacadas, se encuentra la decisión del obispo Abilio Martínez de eliminar la dispensa dominical, limitar el uso de la mascarilla si no se completa el aforo en las misas de diario o dejar abierta la puerta para recuperar el saludo de la paz y el cepillo en el ofertorio.

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