Se cumplen cuatro décadas del fallecimiento de Dorothy Day, la periodista, activista política y conversa católica –sería contada entre las Oblatas benedictinas– que el papa Francisco propuso como uno de lo 4 ejemplos de personas destacadas de la historia estadounidense en su discurso ante el congreso del país en septiembre de 2015. Aunque no hay grandes celebraciones por estos 40 años, John Loughery y Blythe Randolph acaban de publicar una completa biografía de casi 500 páginas, ‘Dorothy Day: una voz disidente en el siglo americano’, editada por Simon & Schuster.
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Una vida en constante evolución
En pleno proceso de canonización, se muestra la evolución y la compleja biografía de la cofundadora del movimiento de los Trabajadores Católicos, su empeño en el servicio a los pobres y la vida en comunidad, la apuesta por la no violencia activa o la asunción de la pobreza voluntaria. Esta neoyorquina, nacida en 1897, abandonó la universidad con 17 años para hacer de reportera por las huelgas y protestas de los parados para publicaciones de izquierdas.
De la mañana en las barricadas a las juergas en el Greenwich Village entre artistas, bohemios y soñadores, recoge Enric Anglada en NCR, que a su lado quedaban “admirablemente asombrados de que una mujer pudiera consumir tanto alcohol”. En ese contexto vivió un aborto, el divorcio y un intento de suicidio… lo que le valió el desafecto por sus causas sociales y le llevó un mes a la cárcel tras participar en una protesta para pedir el sufragio femenino –une vez dentro llegó a morder al alcaide–.
Esta Day “atea comprometida” comienza a escaparse, en ocasiones, a alguna iglesia a rezar y determinadas lecturas la llevan a contemplar la opción por la pobreza radican de Jesús. La conversión será un hecho tras la el embarazo y el nacimiento de su hija Tamar en 1926. Una conversión solitaria que, dice el libro, “desafió la razón y causó una notable incomodidad”. Y es que, Dorothy Day era “una mujer que a menudo se encontraba al final de encuentros fortuitos”.
Un proyecto para los trabajadores
Un encuentro con el filósofo campesino Peter Maurin en 1932 dejará una huella profunda en su compromiso por hacer una “revolución verde” para volver a la tierra, la hospitalidad a los empobrecidos y plasmarlo en un periódico católico. El 1 de Mayo de 1933, se publicaron las primeras 2.500 copias de ‘El Trabajador Católico’, y pronto los dos estaban alojando a los desamparados. Las suscripciones llegaron a 190.000 en 1938. Aquí surge la Day que no era ni liberal ni conservadora, que protestó con los sufragistas pero como anarquista nunca votó, pacifista cuyas reflexiones preocuparon al FBI durante la II Guerra Mundial…
Los Trabajadores Católicos estarían muy presentes en la incidencia política de las décadas principales del siglo XX. Mientras se dedicaba a atender a los “trabajadores menos glamurosos” –como escribe Elise Ureneck en The dialog–, “pensamos principalmente en los pobres, los desposeídos, los explotados”, señalaba Day al presentar los destinatarios del periódico. “Todos los que nos sentíamos atraídos por los pobres teníamos un sentido de culpa, de responsabilidad, un sentimiento de que de alguna manera estábamos viviendo del trabajo de otros”, “sentíamos un respeto por los pobres e indigentes como los más cercanos a Dios, como los elegidos por Cristo por su compasión”, escribió.
Es verdad que el proceso de canonización tiene barreras que superar, como su carácter de “vieja gruñona” en ocasiones, la atención a su hija o la heterodoxia de su radicalidad…