En los últimos días, la sede de Crismhom, la Asociación de Cristianos y Cristianas LGTBI+H de Madrid, ha sufrido dos ataques en sus instalaciones. Ambos, como denuncian en un comunicado, han sido “perpetrados por desconocidos que se amparan en el anonimato y la indefesión que supone el uso de mascarillas y la menor presencia de viandantes”.
El primero consistió en tapar con “pegatinas con mensajes de contenido homófobo” los paneles informativos de la asociación, ubicada en el barrio madrileño de Chueca; algo que padecieron “muchos otros locales y asociaciones LGTBI del barrio de Chueca”. El segundo ataque ha sido pintar con spray en su fachada la siguiente frase: “Arderéis en el Infierno”. Algo que desde Crismhom entienden que vilipendie “nuestro carácter ecuménico e integrador”.
Para la entidad, “este tipo de actos demuestran, lamentablemente, el aún largo camino que le queda por recorrer a nuestra sociedad española hasta que seamos plenamente iguales en derechos. En todos y cada uno de los derechos: a la libertad afectiva y sexual, a la igualdad de género, pero también a la libertad religiosa y a su práctica de modo pacífico, tolerante e integrador”.
“Por nuestra parte –concluyen–, estos ataques no van a detener nuestro activismo por un mundo mejor y más acorde al mensaje de amor de Jesús de Nazaret”.
En declaraciones a Vida Nueva, Enzo Guardino, presidente de Crismhom, ha lamentado que, “una vez más, nuestra comunidad cristiana LGTB+H sufre un ataque de intolerancia y odio por parte de algunos individuos que se arrogan el derecho exclusivo de Dios de jugarnos dignos de arder en el infierno. Es muy lamentable que, en pleno siglo XX,I exista aún una porción del pueblo santo de Dios que piensa de esta manera”.
“El único ardor que tenemos –añade– es el del amor de Dios, que nos empuja con más fuerza a responder con el perdón a todo tipo de odios. Desde Crismhom creemos en el valor positivo de las Iglesias en la construcción de una sociedad más justa, donde se haga presente el Reino de Dios, reino de justicia, paz y amor. Donde nadie sea excluido por su orientación sexual o identidad de género”.
“Rezamos –abunda– para que las Iglesias cristianas sean espacios amables, de acogida de personas LGTBI+H, en los que se respete su identidad y dignidad, y se reconozcan sus derechos a expresar su forma de ser y amar. Como comunidad, queremos tender un puente basado en el respeto, la compasión y la sensibilidad, tal como lo expresa el Catecismo de la Iglesia católica. Un puente de amor y tolerancia, como oraba san Francisco de Asís en su rezo más paradigmático: ‘Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón’”…