“Estamos en una situación muy parecida a la del tiempo de la masacre de Bojayá“. No es la primera vez que el obispo de Quibdó, Juan Carlos Barreto, denuncia ante los medios el drama que padece el departamento del Chocó y buena parte del Pacífico colombiano. Esta vez lo ha hecho ante las cámaras de Noticias Caracol, en entrevista con su director, Juan Roberto Vargas, durante el especial “Chocó: el fracaso del Estado”.
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos de la revista en tu email
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
“El Chocó tiene otras pandemias: la corrupción, la violencia y tal vez la más difícil y dolorosa: la del abandono y la pobreza“, comentó el periodista, sin referirse expresamente al comunicado que hace unos días suscribieron la diócesis de Quibdó y algunas organizaciones sociales, sobre estos y otros males que aquejan a la población.
Necesidades básicas insatisfechas
En efecto, “el abandono estatal ha hecho que no haya posibilidades de educación, de salud, ni de servicios públicos para todos“, confirmó Barreto, subrayando que el Chocó es “un departamento que tiene el 80% de las necesidades básicas insatisfechas”.
No es un asunto nuevo ni vinculado exclusivamente a la pandemia del coronavirus. “Estamos viviendo las consecuencias de situaciones históricas que ahora son dramáticas“, acotó el pastor, dando fe de que “son muchísimos años en los que no se ha tenido acceso a estos derechos”.
Barreto se refirió a los niños y jóvenes que se han quedado por fuera del sistema educativo en el departamento tras la suspensión de las clases por el Covid-19, al no tener acceso a internet y, por tanto, a la alternativa de las clases virtuales. También lamentó las víctimas que ha dejado el coronavirus “porque no hubo camas para cuidados intensivos”.
Crece la curva de la corrupción y de la violencia
Aunque en el 2017 se hizo un paro cívico para pedirle al gobierno nacional un hospital de tercer nivel, “todavía no se ha concretado”, comentó el obispo al detallar que este año los centros de salud “iniciaron quebrados” y los recursos para atender la crisis en los hospitales “están embolatados” como también lo están los dineros que se requiere para concluir un puente que comunica a un importante sector de Quibdó, lo mismo que los cinco kilómetros que restan para terminar de la carretera que permite el ingreso a la ciudad. Son signos del cáncer de la corrupción de devora los pocos recursos que llegan a esta olvidada región del país.
“El Estado colombiano debería hacer presencia en lo social, y también a través de la fuerza pública, pero no hay un control territorial”, reclamó Barreto. De ahí el incremento de los grupos armados al margen de la ley que prácticamente “están dominando el departamento de Chocó“.
“Desafortunadamente se ha abandonado la solución pacífica del conflicto por los actos que violan el derecho internacional humanitario, por parte del ELN, y por la actitud rígida por parte del Gobierno para adelantar un proceso de paz”, señaló el prelado colombiano, matizando que “con actores armados empoderados en el territorio y afectando a las comunidades”, el Chocó está “al borde de un desastre en cualquier momento”. De hecho, “ya hay una situación dramática por las amenazas que reciben las comunidades y los líderes”.
Defensor de la riqueza cultural de la población mestiza y afrocolombiana “que caminan juntas”, así como de “la exuberancia de la diversidad de este sector de la costa Pacífica”, Barreto afirmó, al concluir la entrevista, que “el Chocó requiere una mejor suerte por parte del gobierno nacional y de las autoridades locales y regionales”.