Después de su ordenación el pasado sábado, 20 de junio, el rumano Cristian Crișan es el obispo católico más joven del mundo. Como él mismo ha relatado en una entrevista publicada por el portal web de la Iglesia en Rumanía, recibió la llamada al sacerdocio cuando apenas tenía 15 años. Ahora, su llamada a “volver a casa” como obispo de Abula, la cual recibe “felizmente”, le ha pillado viviendo en París como visitador apostólico de la comunidad greco-romana de la ciudad.
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“Ser joven puede ser útil para ingresar en un diálogo más fácil con el mundo en que vivimos, entendiendo sus desafíos pero también su gran potencial”, ha señalado el prelado. Y es que, con su consagración, Crişan reemplazó al ucraniano Stepan –solo cuatro días mayor que él– como obispo más joven del mundo. La Gran Arquidiócesis de Făgăraș y Alba Iulia, a la que pertenece, forma parte de la Iglesia greco-católica rumana, unida con Roma, y cuya sede se encuentra en Blaj.
“Puse mi vida en manos del Señor”
“Recibí la noticia con sorpresa, emoción y gratitud hacia el Santo Padre, el papa Francisco, a Su Beatitud el Padre Luciano y a todos nuestros obispos por esta señal de gran confianza en mí”, ha explicado. “Como sacerdote, puse mi vida en manos del Señor, como respuesta a una llamada” y así es, precisamente, como entiende esta nueva etapa.
Tanto es así que siempre se ha preguntado cómo hacer para guiar “mejor” a las personas para llegar hacia Dios. “Mi ministerio continuará en esta lógica: ser obediente a nuestro Arzobispo, responder a los susurros del Espíritu, estar abierto a capitalizar el potencial de aquellos con quienes me encuentre, todo para un mayor aumento de a Dios y por el bien de nuestra Iglesia”.