La imagen –y el hallazgo– es, sin duda, llamativo: una virgen gótica sobre el lecho del río Sar a su paso por el barrio de Conxo, en Santiago de Compostela. Una talla de piedra apenas entrevista entre el agua, el verdín y los cantos. Ya ha sido bautizada como la Virgen de Conxo, del río Sar o “de la desescalada”, por haber sido descubierta en pleno desconfinamiento del coronavirus.
“Aunque todavía queda mucho por estudiar, es uno de los hallazgos más importantes de los últimos años, tanto por la importancia de su temática como por la fecha de realización de la talla”, explica Ana Paula Castro, la experta en patrimonio histórico que acudió a la llamada de su amigo, Fernando Brey, el pescador que descubrió la talla de granito: una Virgen entronizada con el Niño, angelotes sobre los hombros, corona, manto y decoración floral en su base, datada entre el segundo y tercer cuarto del siglo XIV.
“Piezas góticas no se suelen encontrar muy a menudo en nuestros días, y menos de la manera en que apareció. No las vemos más que en museos de relevancia –afirma–. El hallazgo de una pieza medieval como esta es, sin duda, de suma importancia para el patrimonio en todas sus vertientes: a nivel católico, pero, incluso más, a nivel artístico y cultural”.
Castro, directora de Galantiqua Arte y Antigüedades, admite a Vida Nueva: “Cuando la vi por primera vez, sentí un nudo en el estómago, porque sabía que estábamos ante algo realmente importante”. La talla, de bulto redondo, tiene “claras similitudes” con la Virgen de la Leche que corona la clave del pórtico de la iglesia de Santa María Salomé, en Santiago de Compostela.
“La Virgen del río Sar se plantea como una pieza gótica con la imagen de una Virgen con el Niño en brazos y dos angelitos con lo que parece ser un botafumeiro en sus manos, que lo vincularía de manera directa con Santiago de Compostela –describe Castro–. Tiene una disposición muy habitual en las vírgenes marianas góticas, muy similar en disposición a las vírgenes de A Franqueira y Oseira, pero también a la Epifanía de la Iglesia de San Fiz o la Virgen de la iglesia de María Salomé, ambas en Compostela”.
Y, como ellas, está amamantado al Niño. “Parece una lactación, por la disposición de la mano de la Virgen sobre su pecho, pero, al faltar la cabeza del Niño, se complica mucho analizar su iconografía. Se puede apreciar también parte de una corona sobre su cabeza y parte del pelo ondulado, lo que nos habla de una calidad elevada de detallista. Será necesario limpiarla de manera profesional y quitarle el verdín y el musgo para un análisis iconográfico completo”, añade Castro.
Falta la cabeza del Niño, pero también la cara de la Virgen y uno de los angelotes o putti. “Hay dos teorías –apunta Castro en el informe de catalogación–, bien por un impacto muy antiguo teniendo en cuenta el desgaste de los bordes de las aristas de la rotura o fruto de la desacralización. Será imprescindible estudiar el tipo de impacto y su trayectoria para ver si fue fortuito o intencionado”.
Ana Paula Castro pertenece a la Asociación para la Defensa del Patrimonio Cultural Gallego (Apatrigal), entidad que asumió desde el primer momento el rescate de la talla y la comunicación con la Xunta de Galicia para su traslado inmediato. El mismo día del descubrimiento, el 15 de junio, se depositó en el Museo das Peregrinacións.
“Ha de pasar un tiempo hasta que se deshumidifique y se estabilice para comenzar a limpiar y analizar la talla. Es muy pronto aventurarse a una hipótesis cierta sobre su origen”, detalla Carlos Henrique Fernández Coto, presidente de Apatrigal. “Hay varias líneas de investigación. Se están analizando todas y cada una de las pistas: los orígenes del lugar, los muros del entorno, los microtopónimos, etc. La Xunta ya ha encargado un estudio científico a una de las más prestigiosas medievalistas que tenemos, pero llevará varios meses un dictamen cierto”.