La Conferencia de Obispos del Ecuador una vez más ha alzado su voz “ante una escandalosa proliferación de casos de corrupción que afectan a nuestra sociedad” que no solo “es exclusiva de políticos o altos funcionarios” sino que “se ha extendido a las costumbres de todos los estratos sociales” sobre todo “en momentos en los que nuestro pueblo sufre las dolorosas consecuencias de la pandemia del Covid-19”.
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos de la revista en tu email
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
En un comunicado los prelados han denunciado que este problema es de vieja data, por lo cual “debemos de mirar también nuestros propios comportamientos cotidianos, a fin de evitar que la corrupción se adueñe de nuestros corazones”.
Crisis en la salud
Los obispos ecuatorianos han señalado que por una parte “los pillos financian sus lujos”, por otra “el pueblo empobrecido pasa necesidad”, mientras que la salud “se ha convertido en un miserable negocio”, por lo que han recordado que “es un derecho humano irrenunciable, del cual todos somos corresponsables”.
“Nos encontramos en un escenario económico y político en que los recursos públicos disponibles se ven mermados, lo cual se ha traducido en deficiencias en las atenciones sanitarias, menos hospitales, disminución de la capacidad de atención sanitaria, falta de seguridad y protección tanto para los profesionales de la salud como para los propios pacientes”, advierten.
Caiga quien caiga
Han hecho un llamado a los políticos, funcionarios públicos e instituciones del Estado a afrontar “al menos de forma honesta, las necesidades de nuestro pueblo, maximizando la transparencia en la gestión de los recursos destinados a afrontar todo tipo de crisis” como también “exigimos que se hagan las más exhaustivas investigaciones, se llegue hasta el fondo, caiga quien caiga”.
Además han recordado que la corrupción “desde el punto de vista religioso es un gravísimo pecado, un desorden moral incompatible con la fe cristiana”, la cual se convierte también en “la falta de compasión ante los que sufren, la indiferencia, la insolidaridad y el comportamiento irresponsable del que no cuida la propia vida y la vida del hermano”.
Foto: Conferencia Episcopal Ecuatoriana